El brujo del bosque
Por
las bocas de todos los aldeanos, se corría el rumor, que en lo profundo del
bosque un extraño hombre que se convierte en animales habita, y que usando
estas transformaciones, se devoraba a toda esa gente que de extraña forma
desaparecía.
Hansus,
un talentoso arquero había perdido a su amada y lo único que deseaba en estos
momentos era poder vengarse. Se internó en lo más profundo del bosque armado
con su arco y un carcaj de madera repleto con flechas.
Sobre
su cuerpo traía una cota de mallas de anillos unidos entre sí con tiras de
cuero trenzadas, para proteger su cuello se levantaban tres piezas compactas de
acero, dos por los costados y una por atrás; dos hombreras redondeadas, placas
cuadriláteras que colgaban de su ancho cinto, que cubrían los muslos,
rodilleras, canilleras y botas de cuero con escamas metálicas. Sus brazos eran
muy diferentes en las protecciones, puesto que por la postura de lanzamiento de
las flechas, necesitaba la mayor comodidad; como cogía la cuerda con la mano
derecha para extenderla, no traía nada de protección y de seguro que era para
potenciar la agilidad de este; muy por el contrario el izquierdo estaba
cubierto por completo por cuatro piezas, brazalete, brazales del ante brazo,
manoplas y guantelete. De su cinto colgaba: por atrás a la derecha el carcaj y
por delante a la izquierda la archa, con veinte centímetros de asta.
Sus
ojos iban fijos al frente y sus pasos firmes y seguros, realmente demostraba
que no sentía dudas de lo que estaba haciendo. Arboles y más arboles, era todo
lo que veía paso tras paso, en estos momentos lo único que esperaba era que
frente a sus ojos se cruzara aquel hombre…
Con
el tétrico grito de una lechuza dio inicio la noche, continuada del hermoso
cantar de los grillos, que se ocultaban entre cada uno de los matorrales.
De
pronto y de un instante a otro sus pasos lo llevaron hasta un sitio que nunca
le hubiese gustado conocer, pero que ahora estaba frente a sus ojos… Una zona
rodeada de espesa maleza, ocultaba varios cadáveres atados a los troncos de los
arboles… Ya no se lograban reconocer, puesto que solo eran huesos. A los pies
de estos estaban sus ropas y eso dejaba claro que se trataba de las personas
desaparecidas.
Hansus
comenzó a retroceder lentamente aterrado con lo visto, hasta que se topó con
algo… Se giró y aquí se cruzó con aquel personaje que andaba buscando.
__¿Sorprendido?
Propinándole un golpe en la nariz.
El
joven arquero caminó hacia atrás completamente adolorido, cubriendo su rostro
con la mano izquierda. Ya cuando el dolor comenzó a desaparecer, pudo levantar
su mirada para poder contemplar a su enemigo.
Ese
hombre vestía una larga túnica negra y en sus manos portaba una espada corta
con mango de hueso. Sus ojos negros y penetrantes resaltaban en aquel rostro
pálido, su larga cabellera reposaba a su espalda alcanzando la mitad de su
tronco; lo más sorprendente era su porte, ya que con facilidad tocaba las ramas
de los arboles, de seguro que medía dos metros.
__Al
fin nos cruzamos, Hansus… Pasando la lengua por entre sus labios, así como si
fuese a sentir el sabor del combate que ahora se vendría.
__Tú…
¿Eres el brujo?
__Así
es, pero preferiría que me llamases Ra, el señor del bosque.
__¡Asesino!
Jalando su archa.
Sin
temor alguno en su corazón, Hansus se arrojó sobre él. Ra no lo evadió y lo
esperó allí quieto, ya cuando estuvo a una distancia peligrosa atravesó su
espada en el camino… Los aceros se encontraron y chispearon; con esto el
arquero intentó abatirlo con su pierna derecha; este hombre dio un paso atrás y
el punta pie quedó invalidado, luego el joven aprovechó esto para equipar su
arco.
__Todo
acabó. Apuntando a su rival con una flecha.
__No
me hagas reír. Dibujando una sonrisa en su rostro, mientras separaba sus brazos
hacia los costados. __He vivido más de trescientos años aquí, y ni tu ni nadie
podrá acabar conmigo.
__Ya
lo veremos. Soltando la cuerda…
Cuando
la flecha se disparó Ra se transformó en lechuza y escapó del ataque, dejando
que la saeta fuese a quedar clavada en un tronco. Hansus intentó seguir a su
rival con su mirada, pero ya la noche estaba tan espesa que la ave desapareció
entre las sombras generadas por ramas y hojas.
__¡Vuelve!
Y
un ruido de ramas quebradas alertó al joven muchacho, pero ya era muy tarde,
cuando elevó su mirada su rival le cayó encima, golpeándolo con la rodilla
izquierda en el rostro… Hansus se desplomó sin poder evitarlo y antes de que su
cuerpo se quedara tirado de espalda, Ra le dio un golpe más… Un punta pie en
las costillas que lo despegó del suelo, tirándolo de golpe unos cuantos metros
más atrás… El impacto fue sordo, pues las hojas caídas amortiguaron su pesado
cuerpo cubierto con la armadura.
Aunque
un tanto aporreado, Hansus se incorporó nuevamente y se encontró con que Ra
había cambiado otra vez; ahora era un lobo negro que se fue sobre él con sus
brillantes caninos directo a su cuello, de seguro que deseaba eliminarlo
rápido; y el arquero se defendió, con su brazo derecho le detuvo las fauces y
como su miembro poseía coraza el can apretó con su hocico el metal, llevándose
la molestia en sus mandíbulas; ya con la arremetida evitada, Hansus logró
acertar el primer golpe certero, que fue un golpe con su puño izquierdo en el
costado del animal… Con un alarido Ra se retiró, recuperando su forma humana.
__Eres
un rival fuerte. Dijo Ra sobando sus costillas del lado izquierdo. __Solo me
confié un poco.
__Esto
solo está recién comenzando. Colocándose de pie.
__Me
doy cuenta.
Se
volvió a precipitar contra el arquero, aprovechando de que aun no se colocaba
de pie, y se transformó en un tigre negro. Hansus lo tuvo sobre él nuevamente y
como este animal era mucho más grande que el lobo, no lo logró contrarrestar,
recibiendo su pesado cuerpo. Las fauces del felino se quisieron incrustar en su
cuello y el muchacho que no se daría por vencido tan fácilmente, lo esquivó
girándose hacia la derecha, luego de esto y usando la archa que aun portaba, le
propinó un corte en la pata trasera de la izquierda… Ra dio marcha atrás dando
rugidos adoloridos y derramando sangre. Tras esto Hansus se puso de pie
empuñando su arco y dirigiendo su mira hacia aquel enorme tigre.
__Quédate
ahí, todo acabó.
__Claro
que no. Empujándose hacia el frente con sus patas traseras.
Al
ver que la colisión sería inevitable soltó la saeta, que se fue directo hacia
la bestia, penetrando el maxilar inferior…
__¡No!
Agitando su cráneo hacia los costados…
Su
ataque fue desviado y gracias a que movió su cabeza hacia los costado la punta
de la flecha no alcanzó su cuello, pero si le provocó gran daño, pues entró en
su boca y cruzó todo el tejido de su mandíbula inferior. Apoyó sus cuatro patas
en el piso y bajó su hocico, dejando que la sangre alimentara el suelo del
bosque…
Hansus
cargó una flecha y le apuntó; de seguro que no permitiría que se recuperara con
facilidad.
__Tú
debes pagar por lo que les hiciste a todas estas personas. Recorriendo con sus
pupilas cada uno de los cuerpos allí atados. __Te mereces morir lo más lento
posible.
__No
sabes lo que dices. Levantando con mucho esfuerzo su mirada.
__Claro
que se lo que digo, quiero que pagues.
__Claro,
es muy fácil para ti decir eso. Conectando su mirada con las pupilas seguras de
Hansus. __Pero ¿Quién hará que paguen lo que a mí me hicieron?
__Haa…
__Por
supuesto, si ustedes se preocupan de sus propias vidas, pero está bien, ya da
igual. Desviando su mirada. __Si nunca se preocuparon de eso durante todos
estos años, como voy a querer que ahora les importe.
__¿A
qué te refieres?
__Tú
no sabes la verdadera razón por la cual yo hice lo que hice. Recuperando su
forma humana. __Solo quisiste venir a matarme y ya, que sencillo. Quitándose la
flecha con sus dos manos. __Nunca te contaron nada a ti, asique no te culpo de
esto.
__¿De
qué hablas? ¡Explícate!
__No
importa, sigamos con nuestro combate. Empuñando su espada corta.
__Habla.
__¿Para
qué? Diga lo que diga no importará, acabarás igual conmigo, asique al menos
deja luchar por mi vida.
__¡Que
hables! Amenazando con soltar la cuerda.
__¿Para
qué?... ¡Dime! ¿Me dejarás vivir? Claro que no, eso es estúpido. Elevando la
hoja. __Vamos, pelea.
Hansus
apretó sus dientes y soltó la cuerda, dejando que una flecha más se fuese hacia
su rival. Ra paró el ataque con su arma y se lanzó de frente, encontrando sus
aceros. Gracias a la hasta de la archa el joven lograba bloquear sin
dificultad, recibiendo uno a uno cada uno de los zarpazos; derecha, izquierda,
derecha e izquierda, cortes seguidos, uno tras otro sin detenerse, logrando con
esto ganar terreno. Aprovechando un paso atrás que dio su pequeño rival, Ra
ejecutó un corte oblicuo, que Hansus lo sintió en su torso, y gracias a su cota
de malla no penetró su cuerpo mortal. Ya con este encuentro de cerca con el
filo de aquella espada, Hansus realizó una jugada con su pierna derecha, intentó
propinarle un punta pie y su enemigo se vio obligado a dar un paso atrás, para
no ser tocado.
__Bien,
bien, realmente te felicito, eres un gran rival. Ra lo alagó sonriendo.
__No
necesito de tus halagos. Armándose con su arco. __El único alago que deseo es
aquel que me darán cuando lleve tu cabeza.
__No
lo tendrás.
__Te
tengo muerto; ya has probado dos de mis flechas, solo me queda acertar una más
en una zona vital, para que así perezcas.
__Hazlo
entonces. Elevando la hoja de su arma a la altura de sus ojos. __Solo si es que
puedes.
__Así
lo aré.
__Te
espero entonces, me quiero morir pronto. Bajando la hoja a su costado derecho.
Apuntó
al cuello y soltó la saeta… El acero con mango de hueso, cortó el proyectil,
invalidando un ataque más.
-Me
das pena, no sabes lo que haces.
-Solo
tuviste un buen reflejo, pero créeme que esa gran suerte no te acompañará
siempre. Cargando la cuerda con una nueva flecha.
-Piensa
un poco lo siguiente… ¿Qué harías tú si te acusan de brujo? Y peor aun ¿Te
quieren matar por esto?
-Ha…
-¡Claro!
¿Cómo no lo pensé antes? ¡Ni siquiera te lo imaginas!
-Pero…
Sosteniendo el arco con sus manos temblorosas.
-Yo
no soy lo que soy por simple gusto o placer; yo soy así porque me hicieron así.
Un
buen día cuando caminaba por el bosque junto a mi padre, se apareció un
anciano. Cuando este nos vio nos gritó unas palabras, que ninguno de los dos
logramos entender, pero que de inmediato causaron efecto… Me transformé en una
lechuza y mi padre en un lobo ¡Estábamos malditos!
-Pero…
Bajando el arco.
-Así
es esto, o ¿Qué pensabas? ¿Qué mataba por placer? ¡No es así!
-No,
no, no lo puedo creer…
-Este
acontecimiento ocurrió hace trescientos años atrás, y en esos entonces los
aldeanos nos querían eliminar.
Un
buen día, por la noche; incendiaron nuestro hogar…
-¿Qué
pasó?
-Mi
padre murió… Y para mi desgracia seguí vivo. Dando un cuchillazo con todas sus
fuerzas a un tronco. –Desde entonces, juré vengarme por lo hecho.
-Sí,
pero eso ya ocurrió hace trescientos años; nadie de aquellos vive en la actualidad.
-Da
igual. Levantando su espada a la altura de su pecho. –Ahora mato por el gusto
de hacerlo. Esos seres repugnantes de hace trescientos años, me convirtieron en
lo que soy ahora y ¡no puedo dejar de serlo! Arrojándose de frente.
Completamente
cegado, no se esperó que Hansus contraatacara. El joven levantó veloz el arco,
y sin apuntar dejó escapar la flecha…
-¡No!...
La
punta se introdujo en su estomago… Sacándolo de combate y repeliéndolo hacia el
costado. El mango de hueso tocó el suelo húmedo del bosque, mientras que sus
manos presionaban el punto adolorido…
-No
puede ser… Viendo su sangre derramarse por entre sus dedos temblorosos. –No
puedo acabar así…
Al
ver que todo había llegado a su fin, Hansus dejó caer el arco a sus pies y
desde su puesto observaba como la muerte pasaba su cuenta.
-No
por lo que te hicieron, tienes que matar. Tú nunca debes convertirte en lo que
la gente quiere, sino tienes que ser lo que solo eres por dentro.
-Ya
es muy tarde para mí. Arrodillándose. –Toda la sangre que derramé, será
derramada de mi carne, terminando así con mi deuda. Mirando a Hansus. –Perdón
joven, créeme que de verdad me arrepiento.
-Lo
sé.
-Ahora,
corta mi cabeza y llévala a la aldea. Bajando su rostro.
Desvió
su mirada de Ra, llevándola a un árbol.
-Hmmm…
No puedo hacer eso.
-Tienes
que hacerlo, solo así acabas con esta pesadilla.
-No.
Quitándose el carcaj de su cintura. –Volveré a la aldea y ya.
-Hazlo.
Sin
cortar la cabeza de su contendiente, Hansus emprendió rumbo a su aldea,
llevándose consigo una gloria a medias de su victoria, puesto que dentro sentía
que no había logrado nada, aunque su rival estaba agonizando.
-¡Espera!
Levantando su mirada que ya estaba ida. –Vuelve aquí, acaba con mi dolor.
-No
puedo hacerlo. Mirando a Ra por sobre su hombro derecho. –En ese estado no
puedes seguir luchando… Ya estás derrotado.
-No
es así. Intentando levantarse. –Si quieres combatir, lo haré.
-No
vale la pena. Girando su rostro, al mismo tiempo que cerraba sus ojos.
Sus
pasos continuaron por entre los árboles, y la vida abandonó a Ra… Se desplomó
hacia delante, quedando tumbado sobre las hojas y yerba, pereciendo por la
pérdida de sangre, acompañado por el deseo de caer para acabar así con su
maldición…
Por
otro lado, Hansus parecía haber perdido más; no tenía a su novia, ni la cabeza
de su enemigo entre sus manos, nada de lo que deseaba, había conseguido. Sentía
que ese hombre había sufrido mucho más que todos los familiares que perdieron a
sus seres queridos.
-¿Qué
puede ser peor que eso? Deteniéndose.
Frente
a sus ojos estaba un río templado y de un segundo a otro, su mirada se perdió
en aquella profunda oscuridad del cielo, alcanzando a distinguir el rostro de
su amor eterno; aquel amor que ahora debería esperar con mucha calma, hasta
volverlo a encontrar, en algún momento.
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