viernes, 30 de noviembre de 2012

El caballero de la lluvia

El puro estilo medieval, explotado en su potencial.



Como su señor le había pedido ir a dejar un encargo al pueblo del sur, Rafael accedió. Salió muy temprano, al momento que el disco dorado despidió los primeros rallos y venía de vuelta casi atardeciendo. Mientras cabalgaba sobre su musculoso corcel por en medio del frondoso bosque de los cerezos, fue atrapado por la lluvia.
El camino a pesar de que era transitado todos los días y era de fácil avance; se corría un rumor... Se contaba por varios caballeros, que en medio del bosque y en días lluviosos, se aparecía un hombre que vestía una armadura azul, y quien lo viese debía combatir contra él antes de avanzar, puesto que adoraba luchar.
Las rápidas patas del caballo color chocolate, en un corto lapso de tiempo lo tuvieron por el costado del riachuelo que prestaba suministro al pueblo. Ya cuando lograba divisar el poblado a la distancia, por entre las hojas y ramas de los árboles, justo en frente apareció... El caballero de la armadura azul. Las patas del animal se detuvieron de golpe, marcando el armazón de acero de las pesuñas en el blando suelo.
Aquel hombre no venía sobre bestia alguna y su rostro no se lograba visualizar, la visera del yelmo le cubría la identidad. Colgando de su hombro derecho, hacia abajo por la espalda, traía un hacha doble y de su cinturón, una espada dentro de una vaina de madera.
-Anda guerrero, baja del lomo de tu corcel y ven a combatir conmigo, o no podrás pasar. La voz que se ocultaba tras el metal, a Rafael se le hacía muy conocida.
-¿Que gano?
-La libertad de continuar tu camino.
-Podría hacer que mi caballo te aplaste y así seguir con el resto del trayecto.
-Inténtalo. Lo desafió el extraño, empuñando su espada.
Como el guerrero de la armadura azul se veía decidido a luchar, Rafael tuvo que bajar de la montura, atando a su compañero a un tronco.
-Luchemos mirando el rostro de nuestro oponente. Dijo rafael quitándose el yelmo y tirándolo al suelo empapado.
-Las reglas las pongo yo. Respondió ante el desafío el caballero misterioso. -Si quieres combatir sin protección en tu cabeza, es bajo tu responsabilidad.
Con la tierra convertida en lodo a sus pies, el avanzar para efectuar los ataques sería un problema de primera, producto a que el metal siendo tan pesado, o se hundiría o bien, se resbalaría; dejando claro que la lucha sería regida por una gran habilidad.
La hostilidad la comenzó el caballero azul... corrió de frente con un grito de guerra en su boca y arremetió. La hoja filosa contenía todas las malas intenciones de matarlo, pero Rafael le declaró un firme bloqueo; comenzando así la gran batalla, contra el caballero de la lluvia.
Los chispeantes impactos abajo del llanto del cielo, se sentían rugientes yendo de un lado a otro del camino.
Un charco hizo que Rafael quedara con la rodilla izquierda clavada en el barro, brindándole el espacio al rival para coger su hacha, que esperaba pacientemente colgada de su espalda. Lo intentó eliminar y no lo logró, debido a que su noble contrario giró hacia el lado por sobre su espalda, acabando el filo enterrado en la húmeda tierra del bosque. Rafael se puso de pie con su cabello embarrado, y arremetió a su enemigo por la espalda; el extraño no logró extraer el hacha, pero sí logró repelerlo con su espada, luego le barrió la pierna derecha, que el guerrero del señor usaba como soporte; dejándolo caer con estrepito...
a pesar de que el guerrero intentó levantarse rápidamente, el resbaladizo suelo no se lo permitió; gracias a esto el caballero de la armadura azul tuvo una oportunidad más para aniquilarlo... las espadas se encontraron y Rafael como última opción le pateó la pierna derecha a su contrario, derribándolo. Fuera de peligro, el noble se incorporó sobre sus palmas y rodillas, atacando con sus puños; las manoplas de sus nudillos estallaban al contacto de aquella armadura azul sin causar daño visible. El extraño respondió ante la agresión, propinándole un duro puñetazo en la barbilla descubierta... repeliéndolo hacia atrás. Al tocar con su espalda el lodo, tomó nuevamente su espada, ejecutando un corte de derecha a izquierda, consiguiendo únicamente chispear con el guantelete azul. A continuación se puso de pie, clavando la punta de la hoja en el piso.
-Solo estamos recién comenzando. El guerrero azul lo siguió, incorporándose sobre sus piernas.
Los choques de espada dieron inicio nuevamente. Arriba, abajo, arriba, izquierda, derecha; se trataba de una lucha bastante igualitaria. De un momento a otro, se quedaron forcejeando con las hojas y el guerrero misterioso le propinó una patada en el abdomen a Rafael, sacándolo de su lugar y estrellándolo contra el grueso tronco de un cerezo... la madera fue estremecida con el choque de la armadura de acero y las piernas del guerrero cedieron, quedando sentado sobre la raíz.
-Tendrás que cuidarte mejor. Dijo el extraño caminando hasta donde estaba aun su hacha clavada en el lodo. -Entiende que esto no es un juego.
-Estoy al tanto de eso. Con su rostro mojado, Rafael intentaba levantarse. -No creas que no le he tomado el peso a esta lucha.
-No parece. Blandiendo el hacha doble por sobre su cabeza. -¡Demuéstralo!
Como si de una jabalina se tratara, le lanzó el hacha girando. al ver esto, Rafael se quitó del camino, quedando el filo clavado en el tronco... Mientras la savia corría por la rugosa corteza, el caballero intentó buscar la caída del joven mensajero. Rafael como tenía a su enemigo arremetiéndolo sin compasión alguna, no tuvo otra opción más que cruzar la hoja en medio, para no ser alcanzado por el filo.
-Resultaste ser un guerrero fuerte. Impregnando un poco más de energía en los cortes. -Aunque solo estés bloqueando.
Los brazos de Rafael no lograron continuar absorbiendo la fuerza en cada impacto, bajando la guardia; tras esto, recibió la hoja en su torso... Un corte de arriba hacia abajo, que logró penetrar la gruesa coraza... Tirándolo al suelo de espalda. La filosa arma acabó con su recorrido, dejando tras esta gran cantidad de sangre.
-Todo acabó. El extraño guerrero se dio la vuelta para comenzar a retirarse.
Sobre el pecho de Rafael, continuaba emanando sangre, que se dispersaba hacia los lados por las gotas de lluvia que la arrastraban hasta la húmeda tierra. El lastimado caballero se comenzó a levantar; no le importaba el dolor que estaba sintiendo, lo único que deseaba era volver a donde su señor. Sus manos desarmadas se aferraron al suelo como pilares, permitiendo que se lograra sentar.
El rival de la armadura azul, solamente lo miró por sobre su hombro derecho.
-Quédate tirado, ya estás muerto.
-Claro que no. respondió Rafael levantándose y cogiendo su espada. -Esto apenas comienza.
-La pérdida de sangre ya te está haciendo delirar. El guerrero se dio la vuelta. -Pero si gustas, te despedazaré.
Con la sangre deslizándose por su coraza protectora, Rafael se fue en ofensiva; no estaba dispuesto a recibir ni un solo corte más. cuando lo tuvo en alcance, el combatiente azul, atacó con su espada, y cuando los aceros se encontraron vino la segunda parte; el enemigo continuó con su arremetida propinándole un puñetazo con su mano izquierda en el rostro descubierto de su contrario, ya cuando tuvo a Rafael desestabilizado lo sacó volando de una poderosa patada en el pecho... El golpe iba con mucha energía, tanta que se despegó del suelo y se impactó dos metros más atrás... Abajo de su cuerpo revestido con las piezas metálicas, yacía yerba aplastada y enterrada en barro, que ahora poco a poco se bañaba en sangre.
-Ho... Nuevamente Rafael se comenzaba a incorporar. -No me verás morder el polvo aun.
-Que fuerte eres. Lo alabó el extraño hombre de la armadura azul. -¿Qué te empuja a levantarte?
-Mi señor siempre ha dicho, que se deja de luchar cuando tu corazón deja de latir.
-Que sabio es tu señor...
A pesar del dolor que lo atrapaba, Rafael atacó nuevamente. El primer zarpazo su rival lo evadió retrocediendo y el segundo lo bloqueó con la espada, a continuación lo volvió a bloquear, salvando su cuerpo; ya había comenzado con el ritmo y no parecía querer parar por ningún momento. La filosa hoja cortó el aire y cuando su oponente se disponía a contraatacar, se vio en la obligación de parar otro cuchillazo, esta vez de abajo hacia arriba...
-No puedo creer que tengas tanta fuerza aun. Dijo el extraño hombre, retrocediendo.
-Para que veas. Ejecutando un corte de arriba abajo. -Ya podré cortar tu cuerpo.
El extraño estaba bajo presión, y se quitó del camino dando un paso hacia su lado derecho, logrando hacer que Rafael perdiera el hilo y terminara cortando únicamente el viento. con su ataque invalidado, el caballero de la armadura azul lo arremetió con su hombro derecho, desestabilizando al fiel, aprovechando de propinarle un golpe con la rodilla en la parte trasera del muslo, y luego un punta pie en la parte baja de la espalda, por sobre las nalgas... El extraño rival poseía tal fuerza en sus golpes, que Rafael acabó estrellándose de cabeza contra el tronco de un cerezo... Tras el choque, el cuerpo del valeroso luchador se desparramó sobre rocas, lodo y yerba.
-No me rendiré. Decía con su voz temblorosa Rafael. -Tengo que volver donde mi señor.
En su cuerpo estaban impregnados los temblores de dolor y cuando sus manos le dieron el apoyo para despegar su torso, su enemigo lo intentó fulminar. Corrió de frente con la espada levemente elevada por su costado derecho y cuando se disponía a darle el golpe de gracia, Rafael realizó un ataque desesperado... Girando todo su cuerpo en aquella posición, logró dar un corte hacia arriba, logrando enganchar el yelmo azul con la punta de la espada... Quitándoselo de la cabeza... Quedando así a la vista el rostro de su rival...
-No lo puedo creer... Rafael se quedó pálido...
Aquel misterioso caballero resultó ser alguien que no se lo esperaba... Nada más ni nada menos que su señor...
-Mi señor... Usted fue siempre...
El rostro de asombro del señor se quedó detenido allí, aun no lograba asimilar que había sido descubierto. Dejó caer su espada a su costado y dio dos pasos atrás.
-Usted... Se puso de pie Rafael. -¿En que estaba pensando?
-En combatir.
-Yo creí que era tan honorable como predicaba, pero veo que solo eran palabras al aire. Llevando la hoja al frente. -Siempre tienes que pensar antes de luchar ¡donde quedaron aquellas enseñanzas!
-Rafael... Entiende. Intentó excusarse. -Necesito saber con qué clase de hombres protejo mi hogar.
-No es respuesta ¡para acabar con varios guerreros!... Y todos fieles a usted. Bajando el brazo armado. -Me da asco...
-Ni lo digas.
-En todo le obedecí y usted me intentó matar. Llevando la hoja atrás. -Me quería dejar desangrar, pero por causa de aquellas enseñanzas falsas me coloqué de pie.
-No eran falsas.
-¡Como que no!... Nada de lo que predica lo cumple.
Los ojos del señor desprendieron un brillo dorado, arrojándose al piso y cogiendo la espada... Seguido de esto, intentó tapar la verdad con un último cuchillazo...
-Lo siento Rafael, pero nadie puede saber de esto.
-Claro que no...
De un solo corte seguro y poderoso, lo decapitó... A pesar del dolor y la sangre derramada, Rafael le separó la cabeza del cuerpo a su mentiroso señor...
-Que la lluvia junto con la sangre, intenten limpiar tu falso reinado... Dijo el valiente hombre destrozado, soltando y dejando caer su espada...
La hoja se impactó, tras esta la empuñadura... La lluvia se escuchaba caer por entre las copas de los cerezos. La cabeza de aquel que un día fue un ejemplo viviente para muchos nobles caballeros, dejó de rodar, quedando con el rostro mirando el cielo... Sus ojos permanecían abiertos, siendo bañados por gotas cristalinas, que se deslizaban sin poder quitar aquella pación por el combate, aun después de muerto...

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