Como
su señor le había pedido ir a dejar un encargo al pueblo del sur, Rafael
accedió. Salió muy temprano, al momento que el disco dorado despidió los
primeros rallos y venía de vuelta casi atardeciendo. Mientras cabalgaba sobre su
musculoso corcel por en medio del frondoso bosque de los cerezos, fue atrapado
por la lluvia.
El
camino a pesar de que era transitado todos los días y era de fácil avance; se
corría un rumor... Se contaba por varios caballeros, que en medio del bosque y
en días lluviosos, se aparecía un hombre que vestía una armadura azul, y quien
lo viese debía combatir contra él antes de avanzar, puesto que adoraba luchar.
Las
rápidas patas del caballo color chocolate, en un corto lapso de tiempo lo
tuvieron por el costado del riachuelo que prestaba suministro al pueblo. Ya
cuando lograba divisar el poblado a la distancia, por entre las hojas y ramas
de los árboles, justo en frente apareció... El caballero de la armadura azul. Las
patas del animal se detuvieron de golpe, marcando el armazón de acero de las
pesuñas en el blando suelo.
Aquel
hombre no venía sobre bestia alguna y su rostro no se lograba visualizar, la visera
del yelmo le cubría la identidad. Colgando de su hombro derecho, hacia abajo
por la espalda, traía un hacha doble y de su cinturón, una espada dentro de una
vaina de madera.
-Anda
guerrero, baja del lomo de tu corcel y ven a combatir conmigo, o no podrás
pasar. La voz que se ocultaba tras el metal, a Rafael se le hacía muy conocida.
-¿Que
gano?
-La
libertad de continuar tu camino.
-Podría
hacer que mi caballo te aplaste y así seguir con el resto del trayecto.
-Inténtalo.
Lo desafió el extraño, empuñando su espada.
Como
el guerrero de la armadura azul se veía decidido a luchar, Rafael tuvo que
bajar de la montura, atando a su compañero a un tronco.
-Luchemos
mirando el rostro de nuestro oponente. Dijo rafael quitándose el yelmo y tirándolo
al suelo empapado.
-Las
reglas las pongo yo. Respondió ante el desafío el caballero misterioso. -Si
quieres combatir sin protección en tu cabeza, es bajo tu responsabilidad.
Con
la tierra convertida en lodo a sus pies, el avanzar para efectuar los ataques
sería un problema de primera, producto a que el metal siendo tan pesado, o se hundiría
o bien, se resbalaría; dejando claro que la lucha sería regida por una gran habilidad.
La
hostilidad la comenzó el caballero azul... corrió de frente con un grito de
guerra en su boca y arremetió. La hoja filosa contenía todas las malas
intenciones de matarlo, pero Rafael le declaró un firme bloqueo; comenzando así
la gran batalla, contra el caballero de la lluvia.
Los
chispeantes impactos abajo del llanto del cielo, se sentían rugientes yendo de
un lado a otro del camino.
Un
charco hizo que Rafael quedara con la rodilla izquierda clavada en el barro, brindándole
el espacio al rival para coger su hacha, que esperaba pacientemente colgada de
su espalda. Lo intentó eliminar y no lo logró, debido a que su noble contrario
giró hacia el lado por sobre su espalda, acabando el filo enterrado en la húmeda
tierra del bosque. Rafael se puso de pie con su cabello embarrado, y arremetió
a su enemigo por la espalda; el extraño no logró extraer el hacha, pero sí
logró repelerlo con su espada, luego le barrió la pierna derecha, que el
guerrero del señor usaba como soporte; dejándolo caer con estrepito...
a
pesar de que el guerrero intentó levantarse rápidamente, el resbaladizo suelo
no se lo permitió; gracias a esto el caballero de la armadura azul tuvo una
oportunidad más para aniquilarlo... las espadas se encontraron y Rafael como
última opción le pateó la pierna derecha a su contrario, derribándolo. Fuera de
peligro, el noble se incorporó sobre sus palmas y rodillas, atacando con sus
puños; las manoplas de sus nudillos estallaban al contacto de aquella armadura
azul sin causar daño visible. El extraño respondió ante la agresión, propinándole
un duro puñetazo en la barbilla descubierta... repeliéndolo hacia atrás. Al
tocar con su espalda el lodo, tomó nuevamente su espada, ejecutando un corte de
derecha a izquierda, consiguiendo únicamente chispear con el guantelete azul. A
continuación se puso de pie, clavando la punta de la hoja en el piso.
-Solo
estamos recién comenzando. El guerrero azul lo siguió, incorporándose sobre sus
piernas.
Los
choques de espada dieron inicio nuevamente. Arriba, abajo, arriba, izquierda,
derecha; se trataba de una lucha bastante igualitaria. De un momento a otro, se
quedaron forcejeando con las hojas y el guerrero misterioso le propinó una
patada en el abdomen a Rafael, sacándolo de su lugar y estrellándolo contra el
grueso tronco de un cerezo... la madera fue estremecida con el choque de la
armadura de acero y las piernas del guerrero cedieron, quedando sentado sobre
la raíz.
-Tendrás
que cuidarte mejor. Dijo el extraño caminando hasta donde estaba aun su hacha clavada
en el lodo. -Entiende que esto no es un juego.
-Estoy
al tanto de eso. Con su rostro mojado, Rafael intentaba levantarse. -No creas
que no le he tomado el peso a esta lucha.
-No
parece. Blandiendo el hacha doble por sobre su cabeza. -¡Demuéstralo!
Como
si de una jabalina se tratara, le lanzó el hacha girando. al ver esto, Rafael
se quitó del camino, quedando el filo clavado en el tronco... Mientras la savia
corría por la rugosa corteza, el caballero intentó buscar la caída del joven
mensajero. Rafael como tenía a su enemigo arremetiéndolo sin compasión alguna,
no tuvo otra opción más que cruzar la hoja en medio, para no ser alcanzado por
el filo.
-Resultaste
ser un guerrero fuerte. Impregnando un poco más de energía en los cortes. -Aunque
solo estés bloqueando.
Los
brazos de Rafael no lograron continuar absorbiendo la fuerza en cada impacto,
bajando la guardia; tras esto, recibió la hoja en su torso... Un corte de
arriba hacia abajo, que logró penetrar la gruesa coraza... Tirándolo al suelo
de espalda. La filosa arma acabó con su recorrido, dejando tras esta gran
cantidad de sangre.
-Todo
acabó. El extraño guerrero se dio la vuelta para comenzar a retirarse.
Sobre
el pecho de Rafael, continuaba emanando sangre, que se dispersaba hacia los
lados por las gotas de lluvia que la arrastraban hasta la húmeda tierra. El
lastimado caballero se comenzó a levantar; no le importaba el dolor que estaba
sintiendo, lo único que deseaba era volver a donde su señor. Sus manos
desarmadas se aferraron al suelo como pilares, permitiendo que se lograra
sentar.
El
rival de la armadura azul, solamente lo miró por sobre su hombro derecho.
-Quédate
tirado, ya estás muerto.
-Claro
que no. respondió Rafael levantándose y cogiendo su espada. -Esto apenas comienza.
-La
pérdida de sangre ya te está haciendo delirar. El guerrero se dio la vuelta. -Pero
si gustas, te despedazaré.
Con
la sangre deslizándose por su coraza protectora, Rafael se fue en ofensiva; no
estaba dispuesto a recibir ni un solo corte más. cuando lo tuvo en alcance, el
combatiente azul, atacó con su espada, y cuando los aceros se encontraron vino
la segunda parte; el enemigo continuó con su arremetida propinándole un
puñetazo con su mano izquierda en el rostro descubierto de su contrario, ya
cuando tuvo a Rafael desestabilizado lo sacó volando de una poderosa patada en
el pecho... El golpe iba con mucha energía, tanta que se despegó del suelo y se
impactó dos metros más atrás... Abajo de su cuerpo revestido con las piezas metálicas,
yacía yerba aplastada y enterrada en barro, que ahora poco a poco se bañaba en
sangre.
-Ho...
Nuevamente Rafael se comenzaba a incorporar. -No me verás morder el polvo aun.
-Que
fuerte eres. Lo alabó el extraño hombre de la armadura azul. -¿Qué te empuja a
levantarte?
-Mi
señor siempre ha dicho, que se deja de luchar cuando tu corazón deja de latir.
-Que
sabio es tu señor...
A
pesar del dolor que lo atrapaba, Rafael atacó nuevamente. El primer zarpazo su rival
lo evadió retrocediendo y el segundo lo bloqueó con la espada, a continuación
lo volvió a bloquear, salvando su cuerpo; ya había comenzado con el ritmo y no parecía
querer parar por ningún momento. La filosa hoja cortó el aire y cuando su
oponente se disponía a contraatacar, se vio en la obligación de parar otro
cuchillazo, esta vez de abajo hacia arriba...
-No
puedo creer que tengas tanta fuerza aun. Dijo el extraño hombre, retrocediendo.
-Para
que veas. Ejecutando un corte de arriba abajo. -Ya podré cortar tu cuerpo.
El
extraño estaba bajo presión, y se quitó del camino dando un paso hacia su lado
derecho, logrando hacer que Rafael perdiera el hilo y terminara cortando únicamente
el viento. con su ataque invalidado, el caballero de la armadura azul lo
arremetió con su hombro derecho, desestabilizando al fiel, aprovechando de
propinarle un golpe con la rodilla en la parte trasera del muslo, y luego un
punta pie en la parte baja de la espalda, por sobre las nalgas... El extraño rival
poseía tal fuerza en sus golpes, que Rafael acabó estrellándose de cabeza contra
el tronco de un cerezo... Tras el choque, el cuerpo del valeroso luchador se
desparramó sobre rocas, lodo y yerba.
-No
me rendiré. Decía con su voz temblorosa Rafael. -Tengo que volver donde mi
señor.
En
su cuerpo estaban impregnados los temblores de dolor y cuando sus manos le
dieron el apoyo para despegar su torso, su enemigo lo intentó fulminar. Corrió
de frente con la espada levemente elevada por su costado derecho y cuando se
disponía a darle el golpe de gracia, Rafael realizó un ataque desesperado... Girando
todo su cuerpo en aquella posición, logró dar un corte hacia arriba, logrando
enganchar el yelmo azul con la punta de la espada... Quitándoselo de la
cabeza... Quedando así a la vista el rostro de su rival...
-No
lo puedo creer... Rafael se quedó pálido...
Aquel
misterioso caballero resultó ser alguien que no se lo esperaba... Nada más ni
nada menos que su señor...
-Mi
señor... Usted fue siempre...
El
rostro de asombro del señor se quedó detenido allí, aun no lograba asimilar que
había sido descubierto. Dejó caer su espada a su costado y dio dos pasos atrás.
-Usted...
Se puso de pie Rafael. -¿En que estaba pensando?
-En
combatir.
-Yo
creí que era tan honorable como predicaba, pero veo que solo eran palabras al
aire. Llevando la hoja al frente. -Siempre tienes que pensar antes de luchar
¡donde quedaron aquellas enseñanzas!
-Rafael...
Entiende. Intentó excusarse. -Necesito saber con qué clase de hombres protejo
mi hogar.
-No
es respuesta ¡para acabar con varios guerreros!... Y todos fieles a usted. Bajando
el brazo armado. -Me da asco...
-Ni
lo digas.
-En
todo le obedecí y usted me intentó matar. Llevando la hoja atrás. -Me quería
dejar desangrar, pero por causa de aquellas enseñanzas falsas me coloqué de
pie.
-No
eran falsas.
-¡Como
que no!... Nada de lo que predica lo cumple.
Los
ojos del señor desprendieron un brillo dorado, arrojándose al piso y cogiendo la
espada... Seguido de esto, intentó tapar la verdad con un último cuchillazo...
-Lo
siento Rafael, pero nadie puede saber de esto.
-Claro
que no...
De
un solo corte seguro y poderoso, lo decapitó... A pesar del dolor y la sangre
derramada, Rafael le separó la cabeza del cuerpo a su mentiroso señor...
-Que
la lluvia junto con la sangre, intenten limpiar tu falso reinado... Dijo el valiente
hombre destrozado, soltando y dejando caer su espada...
La
hoja se impactó, tras esta la empuñadura... La lluvia se escuchaba caer por
entre las copas de los cerezos. La cabeza de aquel que un día fue un ejemplo
viviente para muchos nobles caballeros, dejó de rodar, quedando con el rostro
mirando el cielo... Sus ojos permanecían abiertos, siendo bañados por gotas
cristalinas, que se deslizaban sin poder quitar aquella pación por el combate,
aun después de muerto...
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