martes, 11 de diciembre de 2012

El perro

Aunque el acontecimiento narrado ocurrió cuando tenia 10 años, aun lo veo como si estuviese ocurriendo nuevamente.
Por un momento creí que todos aquellos cuentos de duendes y fantasmas eran irreales, pero desde aquel día  cuando vi aquel animal mi pensamiento cambio... y puedo afirmarles con sinceridad que estamos en un mundo extraño, de difícil comprensión, del cual podemos esperar cualquier cosa.


El perro

Siempre he sentido mucha atracción por los animales extintos, en especial por los dinosaurios. Una de las series que más me llamó la atención fue Walking with Dinosaurs (Caminando con dinosaurios) de la BBC. Luego que terminé de ver aquella serie, cuando la pasaron por el canal doce, comencé a ver Walking with Beasts (Caminando entre bestias) igualmente de la BBC. Esta serial, que al igual que la primera la pasaron por el canal doce, contaba la historia después de los dinosaurios, o sea los personajes principales eran las bestias prehistóricas como: Mamut, pájaro dodo, tigre colmillos de sable, etc.
Aunque suene asombroso, todo aquel conocimiento impartido por estos documentales, me interesaron cuando solo tenía doce años. Bueno, en realidad eso no importa mucho, solo es que con respecto a la última serie va enfocado mi problema. En realidad, no sé si atribuir mi problema a la última serie, pero lo que sí el acontecimiento que narraré sucedió mientras veía el segundo capítulo.
Mi madre, desde que me acuerdo sufre de una especie de claustrofobia, ya que no le gusta dormir encerrada ni en oscuridad total. Antiguamente, dejaba encendida la luz del pasillo y las puertas de las piezas abiertas, quizás para que así la luz penetrara hasta donde estaba ella acobijada en su cama.
Ese día, calló la noche como de costumbre, y me comenzaba a preparar para ver aquella serie. Como en esos entonces yo aun era muy pequeño, mis padres me grababan cada capítulo, puesto que la pasaban por la noche, después de las noticias.
Ya me había lavado los dientes, y mi padre me acomodó el BHS junto con el televisor en la pieza, a los pies de la cama. Me recosté hacia los pies, dejando la almohada abajo de mis codos para estar más cómodo.
Cada imagen me parecía tan real, era como si en realidad estuviese disfrutando de aquellos fascinantes animales, que ahora ya no están con nosotros. El tema era de un simpático animalito llamado perro oso, luego de eso no recuerdo más, ya que me caí rendido...
De pronto, y de una forma bastante extraña desperté, pero sin abrir los ojos, puesto que estaba completamente consumido por el cansancio, pero a pesar de mi agotamiento, algo dentro de mí, me decía que debía abrir los ojos.
Aunque había caído rendido antes de que terminara de correr la cinta, no se oía nada, de seguro que alguien se dio cuenta que dormía, y apagó todo.
Intenté escuchar a mi yo interno y comencé a despegar mis parpados, llevándome la sorpresa de mi vida... ¡Justo a mi lado estaba un perro observándome!
Gracias a que la puerta de mi cuarto permanecía abierta, la luz del pasillo entraba directo a mi cama, permitiéndome visualizar al animal con bastante facilidad. Se trataba de un ejemplar enorme, casi del porte de un gran danés, un siberiano o un san Bernardo. Todo su pelaje mostraba un color café chocolate, y sus ojos, al igual que su nariz eran negros. El animal, producto a su enorme tamaño, mientras se mantenía sentado a un costado de la cama, asomaba su cabeza y con aquellos profundos ojos negros me estaba observando...
Al verlo repentinamente y justo sobre mi rostro, salí corriendo hacia la habitación del frente, en donde dormían mis padres. Sinceramente, agradezco que las puertas estaban abiertas, ya que al momento de echarme a correr, fue tanto mi miedo que no pensé en otra cosa que no fuese salir de allí; quizás en una de esas, si hubiese estado una puerta cerrada, lo más probable es que con el choque, me hubiese desplomado completamente aturdido.
Cuando ingresé a la habitación de mis padres completamente pálido y me incorporé sobre la cama, mi padre se disparó de esta, dirigiéndose a encender la luz. Me introduje entre las ropas y mi madre me preguntó que me ocurrió, les conté lo que había visto y mi padre fue a echar un vistazo. Por un momento pensé que alguna puerta se había quedado abierta, permitiéndole así al perro entrar, pero mi padre no vio nada, ni puerta abierta, ni perro al lado de mi cama, nada, en toda la casa no habían indicios del animal...
Esa noche, no quise volver a mi cama, y me quedé a dormir junto con mis padres, pues aunque mi padre no había visto nada, yo se que lo vi, ese enorme perro que estaba sentado junto a mi cama observándome con aquellos inolvidables ojos negros.

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