Por un momento creí que todos aquellos cuentos de duendes y fantasmas eran irreales, pero desde aquel día cuando vi aquel animal mi pensamiento cambio... y puedo afirmarles con sinceridad que estamos en un mundo extraño, de difícil comprensión, del cual podemos esperar cualquier cosa.
El perro
Siempre
he sentido mucha atracción por los animales extintos, en especial por los
dinosaurios. Una de las series que más me llamó la atención fue Walking with
Dinosaurs (Caminando con dinosaurios) de la BBC. Luego que terminé de ver
aquella serie, cuando la pasaron por el canal doce, comencé a ver Walking with
Beasts (Caminando entre bestias) igualmente de la BBC. Esta serial, que al
igual que la primera la pasaron por el canal doce, contaba la historia después
de los dinosaurios, o sea los personajes principales eran las bestias prehistóricas
como: Mamut, pájaro dodo, tigre colmillos de sable, etc.
Aunque
suene asombroso, todo aquel conocimiento impartido por estos documentales, me
interesaron cuando solo tenía doce años. Bueno, en realidad eso no importa
mucho, solo es que con respecto a la última serie va enfocado mi problema. En
realidad, no sé si atribuir mi problema a la última serie, pero lo que sí el
acontecimiento que narraré sucedió mientras veía el segundo capítulo.
Mi
madre, desde que me acuerdo sufre de una especie de claustrofobia, ya que no le
gusta dormir encerrada ni en oscuridad total. Antiguamente, dejaba encendida la
luz del pasillo y las puertas de las piezas abiertas, quizás para que así la
luz penetrara hasta donde estaba ella acobijada en su cama.
Ese
día, calló la noche como de costumbre, y me comenzaba a preparar para ver
aquella serie. Como en esos entonces yo aun era muy pequeño, mis padres me
grababan cada capítulo, puesto que la pasaban por la noche, después de las
noticias.
Ya
me había lavado los dientes, y mi padre me acomodó el BHS junto con el
televisor en la pieza, a los pies de la cama. Me recosté hacia los pies,
dejando la almohada abajo de mis codos para estar más cómodo.
Cada
imagen me parecía tan real, era como si en realidad estuviese disfrutando de
aquellos fascinantes animales, que ahora ya no están con nosotros. El tema era
de un simpático animalito llamado perro oso, luego de eso no recuerdo más, ya
que me caí rendido...
De
pronto, y de una forma bastante extraña desperté, pero sin abrir los ojos,
puesto que estaba completamente consumido por el cansancio, pero a pesar de mi
agotamiento, algo dentro de mí, me decía que debía abrir los ojos.
Aunque
había caído rendido antes de que terminara de correr la cinta, no se oía nada,
de seguro que alguien se dio cuenta que dormía, y apagó todo.
Intenté
escuchar a mi yo interno y comencé a despegar mis parpados, llevándome la
sorpresa de mi vida... ¡Justo a mi lado estaba un perro observándome!
Gracias
a que la puerta de mi cuarto permanecía abierta, la luz del pasillo entraba
directo a mi cama, permitiéndome visualizar al animal con bastante facilidad.
Se trataba de un ejemplar enorme, casi del porte de un gran danés, un siberiano
o un san Bernardo. Todo su pelaje mostraba un color café chocolate, y sus ojos,
al igual que su nariz eran negros. El animal, producto a su enorme tamaño,
mientras se mantenía sentado a un costado de la cama, asomaba su cabeza y con aquellos
profundos ojos negros me estaba observando...
Al
verlo repentinamente y justo sobre mi rostro, salí corriendo hacia la
habitación del frente, en donde dormían mis padres. Sinceramente, agradezco que
las puertas estaban abiertas, ya que al momento de echarme a correr, fue tanto
mi miedo que no pensé en otra cosa que no fuese salir de allí; quizás en una de
esas, si hubiese estado una puerta cerrada, lo más probable es que con el
choque, me hubiese desplomado completamente aturdido.
Cuando
ingresé a la habitación de mis padres completamente pálido y me incorporé sobre
la cama, mi padre se disparó de esta, dirigiéndose a encender la luz. Me
introduje entre las ropas y mi madre me preguntó que me ocurrió, les conté lo
que había visto y mi padre fue a echar un vistazo. Por un momento pensé que
alguna puerta se había quedado abierta, permitiéndole así al perro entrar, pero
mi padre no vio nada, ni puerta abierta, ni perro al lado de mi cama, nada, en
toda la casa no habían indicios del animal...
Esa
noche, no quise volver a mi cama, y me quedé a dormir junto con mis padres,
pues aunque mi padre no había visto nada, yo se que lo vi, ese enorme perro que
estaba sentado junto a mi cama observándome con aquellos inolvidables ojos
negros.
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