Como conocí a mi amor
Este
hermoso año “2010”, yo juraba que iba a ser uno de los peores años de mi
carrera como estudiante de masoterapia, pero no fue así…
Corría
mi segunda semana de clases. Un odioso día lunes.
Para
mi amada suerte la jornada se acabó muy rápido; Fui a almorzar al comedor del
internado y ya una vez ya libre me dirigí a la sala de estar, para descansar un
momento, ya que el sueño me consumía.
El
sillón más cómodo de la sala de estar estaba ocupado y como no me quedaba de
otra me senté en el del frente. Este sillón rojo era bastante incomodo, pero
era eso o vagar por los estúpidos pasillos de esta wea.
A
mi lado estaba una chica pelirroja bastante bonita. Pensé por un momento en
meterle conversa, pero no se me ocurría que preguntarle, hasta que de pronto
ella cedió y la platica comenzó bastante fluida entre nosotros.
Se
llamaba Angy.
Parecía
una conocedora de todos los temas que se pudiesen hablar. Filosofía, música,
psicología, ETC.
Esta
plática continuó hasta altas horas de la tarde, y no me aburría y por lo que se
lograba ver ella tampoco, lo cual era mejor para ambos, ya que al parecer no
teníamos nada mejor que hacer.
Cerca
de las 16:30 PM dos chicas más hicieron su entrada en la sala de estar. Estas
eran Elisabeth: Una joven estudiante de masoterapia y Reiki. Y junto a ella
Carola: Una belleza que desde que la vi la semana anterior me había dejado
cautivado con su inmensa hermosura. También estudiante de masoterapia.
Cuando
las vi pasar recordé ese día en la hora de almuerzo en la que le pregunté
ciertas cosas a Carola. A pesar de sus “veintisiete” años y de que tenía una
hija de “cuatro” años, esta preciosa rubia me tenía bastante loco. Tanto que
cada vez que la veía por ahí me debía volver a verla. No sabía que tenía con
exactitud, pero si algo lo tenía bien claro, ella me sacudía el piso.
Al
momento de entrar se ubicaron en un sillón pequeño del frente. Al instante mis
ojos se fueron hacia la rubia. Su cuerpo delgado, esa piel clara, o aquella voz
tan suave, no sabía que me gustaba, pero si tenía clarísimo una sola cosa…
Aquella chica era una mujer prohibida para mí. Una gran distancia existía entre
ella y mi insignificante ser, y esa era la división de años entre nosotros.
¿Quién pescaría a un pendejo de “diecinueve” años? Me pregunté cruelmente, ya
que dudaba de mí y no era capaz de llamarle la atención al menos para intentar
algo, pero preferí dejar todo así, pues ella era solo un amor platónico.
No
solo estaba la división de edades, si no también estaba su hija. Ella nunca
querría a un estúpido adolecente que ni siquiera podría mantenerla a ella o a
su pequeña hija. Esa respuesta me di para intentar sacarla de mi camino y jugar
con otra tonta.
Me
dispuse a continuar preocupado de la plática con Angy, pero mis ojos seguían
allí pegados con ella.
Saqué
mi celular de mi bolsillo y le comencé a mostrar mi música a la chica
pelirroja. Esto resultó por un momento, ya que al fin mis pupilas se habían
descolgado de la rubia y se posaban en el rostro de la pelirroja.
-Luis
¿Me pasas música? Me preguntó la Eli con un tono un tanto alto, quizás por la
distancia que había entre nosotros.
-Bien,
pero yo hago trueques. Le respondí con las intenciones de no pasarle nada.
-¿La
tienes en tu PC? ¿Verdad?
-E…
Sí…
Creí
que me había metido en líos por haberle respondido eso, pero esto me jugó una
buena pasada…
-Oye
¿me dejas ver tu música? Me preguntó Carola colocándose de pie.
Esto
era un gran inicio, pues con esta oportunidad solo debía jugar una carta buena
y la iba a tener a mi lado.
-Bueno.
Respondí con un tono bajo, solo para que no se percatara su amiga que realmente
ella me interesaba.
Se
aproximó a mí y se sentó a mi costado izquierdo, saqué mi PC y al momento de
presionar el botón para que prendiera clavé de inmediato mis ojos en su ser. Realmente
me hacia sudar frio con su belleza, algo poseía en su cuerpo o su piel que
realmente me tentaba a mirarla, olerla o tocarla, pero con mucha suerte solo la
miraba, ya que su presencia tan cerca de mi me colocaba muy nervioso, y mucho
más ahora que la tenía tan cerca y solo para mí.
Le
pedí unos audífonos a la Angy y me puse a revisar mi música junto con ella.
Mientras los temas corrían y corrían mis ojos se deslizaban con bastante
suavidad por su rubio cabello brilloso, su rostro de perfecta figura, sus brazos
y hombros descubiertos, su pequeño busto, su abdomen, sus delgadas piernas y
también sus pies; La recorría entera, sin poder negarme, era algo superior a
mí.
De
pronto todo lo hermoso acabó cuando la Eli le dijo que fuesen a fumar.
-Bueno,
ya. Respondió Carola a la invitación.
Cuando
se puso de pie mi paraíso acabó. Se iba lejos su figura y ya no la podría continuar
disfrutando a mi lado.
-Luis,
anda con nosotras. Me dijo la Eli.
-E…
La pensé mirando a la Angy. ¿Y tú?
-No,
yo me quedo, anda tú si quieres, pero yo me quedo. Me respondió la Angy con
tono firme.
-Ya
po. Insistió la Eli.
-Anda
no más, no te preocupes por mí, nunca salgo. Me dijo la Angy apoyando a la
invitación de la Eli.
-Sí,
ven con nosotras, ella nunca sale. Dijo Carola con tono tierno.
Bueno,
sinceramente no sé si fue con tono tierno, pero su voz siempre me sonaba tierna
y esto fue lo que me dio fuerzas para responder a la invitación.
-Bueno
iré, pero primero debo ir a guardar mi bolso. Respondí colocándome de pie…
Salimos
del Hellen Keller. Yo iba al medio, como las dos chicas no veían nada venían
tomadas de mis brazos, una por cada lado. La Eli me venía metiendo conversa,
pero a pesar de que le respondía mis ojos siempre iban concentrados en Carola.
Algo tenía que me mantenía prendido de su belleza.
Salimos
de la cuadra del colegio, cruzamos la calle y nos dirigimos a una pequeña plaza
que quedaba justo en una esquina. Al llegar allí nos sentamos en un escaño que
quedaba a espalda con la calle. Carola se sentó al medio, yo a la derecha y la
Eli a la izquierda de ella. La Eli sacó el último cigarro que le quedaba como
arma viciosa y un encendedor.
-Pucha
guachita, es el último que me queda. Le dijo la Eli a la Carola con un tono un
poco deprimente, pues la había invitado a fumar y no le quedaban más cigarros.
-No
importa, dame unas piteadas y listo, no tengo muchas ganas de fumar. Respondió
Carola.
-Bueno
guacha.
Yo
solo guardaba silencio mirando hacia el frente.
Comenzamos
la plática con la Eli. Me empezó a contar de su curso de Reiki. No puedo negar
que era un tema muy interesante, pero yo tenía algo mucho más placentero que
hacer, y eso era continuar deslumbrándome con la hermosa figura de Carola.
No
supe cómo, pero de un minuto a otro mi mano izquierda acabó en la cola de
Carola. El resto de su cabello estaba tomado por un gran pinche y la cola le
caía hasta la mitad del cuello. Mis dedos acariciaban sus cabellos casi uno a
uno, con mucha suavidad. Este parecía como si estuviese compuesto por puras
pelusas, pues era tan delgado y a donde también era tan poco. Continué allí
pegado con sus hermosos y suaves cabellos rubios sin poder despegarme hasta
que… ¡Ella se quitó el pinche! Soltando su cabello. No lo podía creer, era como
si ella realmente disfrutara el vaivén de mis dedos en sus cabellos. Ahora
podía recorrer aquellas suaves pelusas desde sus puntas hasta la raíz. Mientras
tanto la plática continuaba sin demostrar nada.
Sinceramente,
que bueno que la Eli es ciega, ya que de esta forma no lograba ver mi estúpida
expresión al tocar el cabello de su amiga.
Algo
dentro de mi interior me recorrió por completo y no supe exactamente en que
momento, pero cuando me percaté la tenía abrazada por los hombros, luego de eso
le cogí la mano derecha con mi otra mano. Ella sin decir nada solo se comenzó a
dejar llevar de apoco y se comenzó a acercar a mi cuerpo lentamente.
Todo
ocurría mientras continuaba hablando con la Eli.
Ya
estaba apegada a mi cuerpo y con mi mano izquierda bajé un poco, cogiéndola por
debajo de su brazo izquierdo. Una vez ya de esta forma pasé mi mano derecha por
su abdomen, cogiéndola firmemente. Era como un sueño, ya que al instante de
tenerla de esta forma ella me dio la espalda y se acomodó en mi cuerpo,
apoyando su nuca en mi hombro izquierdo. Ya en esta posición lograba tener de
mucho más cerca su hermoso rostro y sin darme cuenta de mis acciones apoyé mi
mentón en su hombro derecho, logrando de esta forma atrapar con lujo y detalle
su delicioso aroma. Algo me tenía más que loco de su ser y ni siquiera lograba
saber que era.
La
comencé a apretar más y más, hasta que llegué a un punto en el cual apoyé mi mejilla
izquierda contra su cara.
Yo
creo que la Eli ya se había percatado de esto, pero no quiso decir nada para no
intervenir en lo que estaba ocurriendo.
De
pronto el rostro de ella se giró hacia mi lado y con la suavidad más alta que
logré usar, apegué mis labios contra los de ella. Este primer contacto fue algo
extraño, hubo un roce principal en el cual sentí por un momento que mi alma se
había despegado de mi cuerpo, pero no era así, ya que solamente se trataba de
un leve aturdimiento por los encantos de esta hermosa mujer que ahora se dejaba
estrechar en mis brazos. Al mismo tiempo nuestros labios se separaron y pasamos
a otro plano, el ligero beso no duró más de cinco segundos, pero para mí fue
casi una eternidad. No sabía exactamente a que me sabían sus labios, pero si
estaba muy consciente de que era algo que iba mucho más allá de este mundo
terrenal. Casi como si ella fuese un ser bajado del cielo.
Nuestros
labios se separaron y ella giró nuevamente su rostro hacia donde estaba su
amiga Eli.
Yo
creo que aquel beso no emitió ningún sonido, pero que a pesar de eso la Eli se
percató igual.
El
giro de su rostro fue brusco y rápido. Gracias a esto se me pasó por la mente
que se había arrepentido de lo que había ocurrido y solté un poco mis brazos
para que se corriese si lo deseaba, pero se quedó allí, aun apegada a mi
cuerpo.
No
lograba entender esto que me recorría mi interior, era como si ella me
sacudiese mucho más que solo el piso. A pesar de que allí aun estaba la Eli
quise ir por más, creyendo firmemente en mi interior que esta era una gran
oportunidad para pasar ratos en las tardes sin aburrirme. La busqué y para mi
suerte rápidamente la encontré. Nuevamente allí estaban sus labios. Era un
juego muy simple, pero ella era una mujer que sería bastante imposible de tener
a mi lado en una relación seria, por eso ya había fijado mi objetivo, y este
era el tenerla para mí en mis ratos libres, pues era el juego más fácil que
tenía ahora para jugar.
Un
beso seguido de otro. Continuábamos dándonos, pero con duración bastante corta…
De pronto la Eli se puso de pie.
-Ya,
los dejo solos weones.
Ella
se marchó un tanto incomoda.
Al
vernos solos nos separamos. Ella quedó en un borde y yo en el otro, todo el
resto de la banca nos dividía.
-E…
No sabía que decir.
El
silencio se recalcó en los labios de ella.
-Oye
Caro ¿Qué onda? Le pregunté apretando mis manos un tanto nervioso.
-¿Qué
onda tú? Me preguntó ella con un tono más inseguro y con una sonrisa en su
rostro.
-E…
Bueno, yo sinceramente pensé que no me ibas a pescar. Dije aun nervioso, sin poder
relajarme por un momento.
-Si
no te pescara, no te hubiese respondido. Respondió ella con una sonrisa más
remarcada que era realmente hermosa y deslumbraba con su intensidad.
-E…
Estaba marcando ocupado.
-¿Ho
no?...
-Creo
que sí.
-¿Lo
ves?
Después
de eso sin decirnos nada más nos continuamos besando allí en la banca.
En
un momento separé mis labios de los de ella por una distancia considerable y
ella comenzó a hablar entre una cortina de nerviosismo e inseguridad recubierta
por una estela de placer momentáneo.
-Das
besitos cortos. Me dijo ella con un tono más parecido a un susurro, que escuché
sin dificultad alguna, pues toda mi atención estaba en ella.
-E… Bueno, sí.
-¿Por
qué?
-E…
Creo que no se, Ho… Puede que sea porque estoy un poco nervioso… ¿Por qué? ¿Te
gustan largos?
-Sí,
me encantan.
-Entonces
voy a tener que aprender. Respondí apegando nuevamente mis labios con los de
ella.
Nos
quedamos el resto de tarde allí juntos, disfrutando este momento que se nos
daba. Cerca de las 19:00 PM nos fuimos de la plaza al colegio para cenar y
sinceramente en ese momento pensé que esto solo había sido un sueño de un día y
que no se presentaría nunca más, pues para mi gusto ella era bastante perfecta
para mí; Pero no fue así ya que esto solo fue el comienzo de algo mucho más
grande.
Fin
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