El ave en el nogal
Esa
tarde, nos reunimos a jugar a la pelota en la casa de mi abuela.
Estábamos
dos primos, un amigo, mi hermano y yo.
El
sol ya había caído, y el cielo se oscurecía lentamente.
Cuando
terminamos de jugar, nos recostamos sobre el césped a descansar un momento.
Disfrutábamos aquella brisa deliciosa de verano, mientras los cinco mirábamos
el firmamento que comenzaba a teñirse de un azul más pronunciado, debido a la
noche que se aprontaba veloz.
De
pronto, los cinco avistamos una estrella fugaz que cruzaba el espacio
perpendicular a nuestra posición. Con eso, los deseos llovieron al instante,
era un buen momento, y bastante mágico.
Al
perder de vista el brillante objeto volador que de seguro se precipitaba en
caída libre, el silencio maravilloso fue quebrantado por un ruido tétrico... El
grito de un ave inmensa. Nos incorporamos sobre nuestras manos, despegando la
espalda del pasto, y dirigimos nuestras pupilas curiosas hacia el punto de
donde provenía el espeluznante ruido. Cuando logramos divisar que en el nogal
de la izquierda, que estaba ubicado al fondo del terreno; una enorme criatura
se movía entre sus hojas, como si estuviese acomodándose. De un segundo a otro,
de entre las frondosas ramas, surgieron dos alas grandes, que con el temor solo
logré percibir que tenían un color bastante oscuro. Los cinco corrimos hacia
dentro de la casa y cuando mencionamos lo ocurrido, no nos creyeron.
Cuando
volvimos a salir al patio, el extraño animal ya no estaba. Se había esfumado
con nuestro temor momentáneo.
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