El fiordo de mis
sueños
De
un salto desperté, no supe con certeza de que se trataba realmente pero lo que
sí tenía bastante claro, era que había vuelto del mundo de los sueños para
incorporarme una vez más a la realidad. Estaba sobre mi cama, boca arriba como
siempre, y a mí alrededor una espesa niebla; no comprendía esto, pues dentro de
mi habitación estaba aquella niebla siendo que no había dejado una sola ventana
abierta. Al sentarme me percaté que tenía un horrible dolor de cabeza y quise
remediarlo con algún analgésico; Me puse de pie y aun sin comprender nada de lo
que mis ojos veían, me encaminé hacia la cocina, ya que allí debería haber algo
para mi molesto malestar. Cogí la manilla de la puerta y cuando la quise girar
mis dedos se quemaron… Aquella manilla estaba envuelta en escarcha y el dolor
del frió lo sentí en mis huesos.
--¿Qué
está ocurriendo aquí? Me pregunté tomándole mucho más peso a esto que sentía y
presenciaba.
Me
giré una vez más hacia donde estaba mi cama y era realmente sorprendente ¡no
lograba ver nada con la niebla! Pero ¿de dónde había salido toda la niebla? Ya
mi hogar no parecía estar como yo lo había dejado antes de dejarme seducir por
el manto de Morfeo, sino era como si algún extraño portal me hubiese dejado en
otra dimensión, mucho más fría y tenebrosa.
Me
volví nuevamente a la entrada y esta vez cogí la manilla, girándola a pesar del
dolor quemante que me producía la escarcha allí presente en el metal. Cuando ya
la tuve abierta, del exterior un helado viento acarició mi rostro…
--¿Cómo
puede ser esto? Me pregunté tapando mi rostro con ambas manos, pues el helado
soplo me molestaba.
Cuando
pude ver el exterior, me percaté de que allí ya no estaba el comedor, como
debió haber sido, sino en vez de eso se veía una escala tapizada en escarcha.
--No
lo puedo creer… Dije en vos baja mientras me acercaba al comienzo de los
escalones.
Llevé
mis ojos escala abajo y parecía no acabar, pero si tenía un fin, el largo
sendero en bajada terminaba en un profundo golfo, limitado por hielo. Por ambos
lados de la escala se encontraban muros congelados y sobre mi cabeza, no era la
excepción, ya que el techo igual estaba hecho de hielo. Todos estos cristales
que forjaban esta senda tenían algo en particular, y eso era que desprendían un
brillo realmente intenso, como si del interior del golfo se levantara un
resplandor tan enorme que reflejaría en los muros y en el techo su brillo
mágico.
Comencé
a descender y mis pies por suerte se adherían fuertemente a la superficie
plana, gracias a un par de pantuflas que poseían una espera suela de goma. Tras
cada paso un crujido se escuchaba, debido al delgado manto de hielo.
Mis
ojos iban fijos en los escalones, ya que si llegaba a pisar mal podría resbalar
y caer en picada al golfo y recibir un fuerte latigazo de parte de la
superficie fría de las aguas.
Ya
avanzado bastante este camino, me percaté de que los cristales que formaban los
muros parecían cuadros y me reflejaba en ellos, pero no como estaba, sino como
hace muchos años atrás; me veía mucho más niño, con el cabello más largo,
incluso hasta con vello facial; era realmente sorprendente ¿cómo podía ser? Se
trataban de imágenes perdidas en lo más profundo de mis recuerdos, en aquellos
que permanecían sellados. Hasta pude ver vestimentas que ya había perdido hace
barios años.
--Que
nostalgia. Desviando mis ojos hacia lo profundo del golfo.
Tras
montones de recuerdos encontrados, una lágrima intentó rodar por mi rostro y
cuando la quise secar resbalé… Al querer recompensar el peso cargándome hacia
delante me fui en picada hacia lo más profundo de aquel golfo.
--¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...
Mi vos se sentía como un eco sordo entre los muros de hielo, que retumbaba en
mis oídos.
Algo
extraño ocurrió… Mis pupilas dilatadas por la caída vieron lo más asombroso
¡los escalones se iban recogiendo! Ya mi destino estaba echado a su suerte,
pues todos los puntos en los cuales me podría impactar desaparecían en uno de
los muros congelados. Como caía y caía de cabeza, estaba escrito que mi rostro
se despedazaría luego del impacto contra la primera capa de las aguas, luego de
eso moriría ahogado o de hipotermia.
--¿Qué
hice para merecer esto?... No lo puedo creer… Cerré mis ojos y me di por
muerto, no sabía con certeza que era lo que tenía que pagar, pero iba a morir y
no había vuelta atrás…
Ya
quedaba muy poco del recorrido mortal, y lo lograba saber porque sentía la
helada brisa de la superficie acuosa más y más cercana a mí. Abrí mis ojos por
última vez, ya tenía claro que mi muerte estaba a un delgado trecho y dejé
escapar un grito mucho más ahogante y desesperante…
--¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...
Mis brazos se abrieron hacia los costados y mi cabello se agitaba furioso, solo
quedaba un instante para respirar por vez terminal…
Y…
Tras
un sofocante suspiro me senté en mi cama de golpe… Mi rostro estaba pálido y de
mi cuerpo se desprendía un sudor bastante helado; mis manos se aferraron con
fuerzas a las cobijas y seguía jadeando con descontrol.
--Uff…
Qué alivio, solo se trató de una horrible pesadilla.
Fin
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