La caja
Bueno,
nunca me e caracterizado por ser una persona de mano cerrada, por lo mismo
siempre que puedo ayudar a alguien lo hago y ya; pero en esta ocasión por ser
tan buena persona pasé un mal rato junto con la más incomoda de las
experiencias...
Lunes
13 de agosto, la odiosa fecha de mi cumpleaños; en realidad nunca e conocido a
nadie que le guste el día del año en el cual te haces más viejo.
Bueno,
ahora vamos a lo que nos interesa. El día anterior, o sea el domingo 12 para
ser más específico; Angy, la amiga de mi pareja, me pidió por favor que mañana
le fuera a buscar una caja que le había enviado su hermano, al chilexpress
situado en bandera 200. Por causa de mi buena voluntad, por no decir que soy el
weón más grande que existe, le dije de inmediato que bueno... Aunque después de
esa respuesta comencé a dudar un poco. Carola, mi pareja, los días anteriores
me había hecho show por llegar tarde, por lo tanto si iba por la caja el
escándalo que me esperaba al regreso sería enorme, pero frente a mi sorpresa
ella me dijo:
-No
tengo de otra... Ya, anda no más...
Aunque
no sonaba muy convencida de lo que me respondía, ese día nos acostamos
temprano, pues debía levantarme a las 6:00 AM.
El
día siguiente, o sea el 13 fue un verdadero día de mierda... Y lo digo de forma
literal.
Partí
como todos los días, rabiando al subir al metro, que para variar venía lleno;
continuado de una segunda parte de rabiar con el puto computador del trabajo,
que no importa cuántas veces uno reclame, la weá sigue en el mismo lugar. Siguiendo
con nuestro lindo día, sacado de un verdadero cuento de hadas, me tocaron
varios clientes que eran: Sordos, por lo tanto tenía que repetirles la
información entre tres y cuatro veces; prepotentes, obligándome a morderme las
ganas de mandarlos a la cresta; y sin mencionar a los que fueron weones a
cagar, con decir que al momento de llamar ni siquiera sabían que chucha querían
buscar... Ho... Pobre de mi... Bueno con todos esos antecedentes, no es
necesario mencionar que estuve de mal genio todo lo que quedaba de día.
Para
más cagarla y como si no fuese poco, cuando fui a pedir el jueves 16 de agosto
libre, me dijeron que no había posibilidades de que me lo dieran, pero que de
todos modos me harían el trámite para intentarlo. Cuento corto con respecto a
mi solicitud, me negaron el día... Puta madre... Que mala cuea me gasto.
Durante
toda mi jornada de trabajo estuve intercambiando correos con varias personas,
una de aquellas era Sandrita. Tenía que ponerme de acuerdo con ella, ya que por
no ir al encuentro de natura el viernes pasado, no tenía catálogos para poder
seguir trabajando. Nuevamente cuento corto, habíamos quedado de acuerdo con
juntarnos al fin de mi jornada, pero porque ella estuvo experimentando con su
celular y se lo pitió, me dejó plantado hasta las 17:00... En realidad, fue
solo hasta las 16:55, pero como hay una diferencia de cinco minutos, es mejor
cerrar la cifra.
Partí
hacia el centro y cuando ya iba casi pisando el paseo huérfanos sonó mi
celular.
-Haló.
Era Débora, mi amiga de la pega.
-Hola
Luis.
-Hola
Débora ¿cómo estás?
-Bien...
Hay alguien que quiere hablarte.
-¿Sí?...
Me había dejado desconcertado.
-Hola
Luis. Se trataba de la hermosa voz de Sandrita.
-Hola
Sandrita. Le respondí mientras escuchaba su risa un tanto nerviosa, que se
mostraba así quizás porque creía que estaba molesto.
-¿Dónde
estás?... ¿Te puedes devolver? Yo después te voy a dejar a estación central...
-Pucha
Sandrita... No puedo, ya estoy aquí en el centro: estoy casi llegando a
huérfanos.
-Pucha...
Lo siento... ¿Esperaste mucho?
-Casi
hasta las 17:00.
-Pucha...
Es que me atrasé en mi casa, porque tuve un problema con mi celular.
-Si
me di cuenta; la estuve llamando y su celular sonaba apagado.
-Bhu...
Sí... Y ¿dónde estás ahora?
-Casi
llegando a bandera.
-Pucha...
Bueno, para otra vez será; ahora te voy a tener que dejar, ya que estoy
llamando desde el celular de Débora.
-¡U!...
Ya, entonces hablamos en otro momento para ponernos de acuerdo.
-Ahí
te mando un correo.
-Bueno...
Ya Sandrita, que esté muy bien.
-Igual
tú, chauus.
-Chao.
Entonces
corté y seguí con mi camino a la perdición...
Como
había averiguado anteriormente la altura en donde se encontraba, me dirigí a la
cuadra en donde según yo debía estar, pero no lo encontraba por ningún lado.
Entonces le pregunté a un par de muchachas que platicaban bastante tranquilas a
la orilla de la calle y una de ellas me dijo:
-Sí,
está en la esquina.
-Por
la mierda. Pensé sin querer más guerra.
-¿Te
vamos a dejar? Me preguntó la muchacha con tono bastante agradable.
Me
ayudaron a cruzar la calle y me dejaron en la entrada del chilexpress.
Ingresé
y cuando me atendieron me hicieron esperar un buen rato, fue tanto que por un
momento creí que no me entregarían la caja o que me dirían algo así como:
-No
ha llegado, o nadie a enviado nada al nombre de Angélica Fernández, etc... Con
un optimismo total.
Ya
cuando me dijeron:
-Firme
aquí, para respaldar que usted vino por la caja. Ahí, solo en ese momento me
llené de felicidad, puesto que era lo primero que si resultaba durante todo el
puto día.
Cuando
la tuve en mis manos, corrí hacia el metro, puesto que no me iría en una oruga
con semejante responsabilidad; en aquella caja venía un note boock, que el
hermano de Angy le había enviado de rio bueno.
En
mi camino al metro, me encontré con Domi, que andaba trabajando en lo mismo de
siempre, vendiendo los DVD que indican como entrenar a un perro para que tenga
buenos modales.
Cerca
de las 18:15 llegué al tren y en este momento hice lo peor de que pude haber
echo... Meter la caja abajo del asiento.
Como
el maldito día había sido demasiado agobiante, ya estaba cabeceando, pero a
solo escasos minutos antes de que partiera el tren sonó mi celular... Se
trataba de Carola, mi novia. Siendo acompañada por Angy y mi abuela, me
llenaron de preguntas con respecto a la caja y como ya estaba casi por ser
derrotado por el sueño, le puse un pie encima al paquete, solo para que no se
me olvidara que estaba allí.
Cuando
la maquina partió de la estación maestranza hacia nos, Carola me cortó... Lo
peor que me pudo haber pasado en todo el viaje...
Mis
parpados me pesaban enormemente y sentía que el manto de Orfeo pronto me
cubriría, sin dejarme huir.
De
un instante a otro, únicamente escuché:
-Estación
Buin zoo, estación Buin zoo.
Y
luego de eso se me apagó la TV...
Tiempo
más tarde, escuché a lo lejos:
-Próxima
detención estación graneros, estación graneros.
Y
tras una mano que me tocó el hombro izquierdo, me levanté lo más rápido que
pude, encontrándome en el andén con mi guacho.
-Hola
guacho. Me saludó mi amigo.
-Hola
pos weón... Aun venía medio dormido.
Me
llevó a su casa, puesto que debía esperar a mi madre hasta las 20:30, porque
estaba en el gimnasio.
Cerca
de las 21 horas, ya iba caminando con mi querida madre por el camino
pavimentado, y todo era risas hasta que ella preguntó:
-Luis
¿donde traes la cajita? Tiene que ser muy pequeña, como no la llevas en la
mano.
Me
detuve de golpe y dije:
-Conchetumare...
-¿Se
te quedó donde la tía Marisol? Preguntó mi madre con tono sorprendido.
-No...
En el metro...
-¡En
el metro! Exclamó muy molesta.
-Sí...
Puta que soy weón. Me torturaba por aweonao.
Lo
más terrible ´vino cuando llegué a la casa y le dije a Angy que le había
perdido su computador. Por un lado fue chistoso, ya que Angy era la única que
no estaba enojada conmigo e incluso me abrazó diciéndome que me entendía; pero
por otro lado, estaba que les mandaba un rosario completo a todos allí, pues
los demás lo único que hacían era putiarme en silencio...
Yo
sabía muy bien que la había cagado, pero no era para que me putiaran todo el
rato.
Mi
tortura terminó cuando don Félix nos fue a buscar a la casa, para ir a ver si
la caja aun estaba en la estación de trenes de Rancagua. Al cerrar la puerta y
agarrar por el brazo a Angy, me alejé de la casa maldiciendo a todos los que
estaban a dentro y que me putiaron.
Al
acomodarnos dentro del taxi don Félix nos dijo:
-No
se preocupen chiquillos, hay que ir con fe.
El
resto del trayecto nos fue haciendo reír.
Para
mi gran cuea, la caja estaba allá; la habían encontrado y nos esperaba dentro
de un cajón con llave.
Luego
de eso, de regreso don Félix se fue tirando tallas todo el camino, producto a
eso mismo, Angy y yo llegamos a llorar de tanto reírnos.
En
la casa, nos esperaban todos con mejor ánimo, producto a que habíamos encontrado
la puta caja, todos se habían tragado todo lo que me dijeron.
Ya,
finalmente, y para borrar el mal rato, con Angy casi nos comimos la mitad de la
torta. Y así terminé uno de los cumpleaños inolvidables en mi vida.
A
continuación voy a recrear los diálogos que inventó don Félix, cuando veníamos
de regreso.
Cuando
venía en el tren y le puse el pie sobre el paquete y me quedé dormido, comenzó
todo.
-Puta
Lucho weón ¡baja la pata!
Aprovechando
de que yo dormía, la caja maricona se liberó de mi pie y cuando llegamos a
graneros comenzó nuevamente el show.
-Ya
weona ¡baja!
-¡No!...
¡Yo quiero bajarme en Rancagua!
-Ha,
no weí ¡Te bajas ahora conmigo!
-¡No!
Y
al pobre del Lucho lo bajaron de una patada por el culo...
Desde
abajo del tren.
-¡Ya
vas a ver caja maricona!
Arriba
del tren.
La
caja culiá se dio cuenta de que el tren se iba y le entró el arrepentimiento.
-¡No!...
¡bájenme de esta weá!... ¡Lucho estaba weviando!... No te la echí po weón.
Así
por weona la caja llegó a Rancagua y la recogió una de las personas que hacen
el aseo.
-¡Suéltame
maricón!... ¡Yo me tenía que bajar en graneros!... ¡Luchó!...
Luego
la metieron en una maquina, para ver cuál era el contenido, acabando finalmente
dentro de un cajón con llave.
-¡Lucho!...
¡Estaba weviando!... ¡Ven a buscarme!... ¡Está oscura esta weá!... ¡Puta
weón!... ¡Lucho!...
Y
luego llegamos a buscarla y Angy le sacó la chucha a la caja maricona.
Ahora
sí, fin
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