martes, 11 de diciembre de 2012

La llama

Un cuento de terror, que dejo a la disposición de ustedes, espero que les guste.


La llama

Una poderosa y empinada quebrada. Aquella era rocosa y bastante seca.
Un viejo alpinista sentía que poseía el poder suficiente como para llegar a la sima, mucho antes de que oscureciese.
Se trataba de una vieja rata de cerro. De arrugada figura, pero con una condición física digna de envidiar por muchos jóvenes.
De su cintura colgaba un arnés fuertemente aferrado a unas cadenas de su mochila y entre sus firmes dedos se deslizaba una cuerda gruesa y resistente que sujetaba con ayuda de unos guantes para no lastimarse la piel de sus palmas.

El cansancio ya se comenzaba a notar en su cuerpo transpirado y para su desgraciada suerte, aun le faltaban unos cuantos metros para acabar con su recorrido. A demás el atardecer se aprontaba.

¡Al fin! Sí, ya estaba en la cima, pero ocurrió algo que no se esperaba… El anochecer lo atrapó justo cuando pensaba en comenzar a descender.
Creyó por un momento que tenía la solución en sus manos. Buscó en su mochila una linterna que traía y ¡sí! Allí estaba; La cogió entre sus manos y sentía que todo estaba dado, pero recordó algo que de seguro no le ayudaría de mucho ¡no tenía baterías! Todo estaba en contra.
La rabia se hizo presente en su ser y arrojó aquella linterna por la quebrada que había acabado de subir con todas sus fuerzas.
Ahora algo más se le presentaba como un obstáculo… Niebla, y de espesura considerable, ya que poco a poco el corto rango de visión que aun mantenía se iba acortando más y más y a gran velocidad.
Caminó un poco, alejándose de la orilla de la quebrada para pensar un momento. Allí, en aquel lugar adentrado se topó con una gran roca redonda, en la cual apoyó su trasero. Ahora sí que debía pensar en algo y pronto o el frío de la noche lo atraparía y envolvería hasta matarlo.

Sus piernas temblaban considerablemente, pues el frío que estaba haciendo era muy alto; A demás la niebla ya con suerte le dejaba ver la punta de su nariz.

Sus ojos permanecían allí, completamente suspendidos en aquel abismo oscuro y sombrío. No era capaz de colocarse de pie, ya que corría el peligro de caer por aquel risco que tanto trabajo le había costado subir.
¿Por qué no calculé mejor el tiempo? Se preguntaba en su cabeza mientras sus manos se apretaban con bastante fuerza.
De pronto advirtió algo entre la espesa niebla… Se trataba de una pequeña luz suspendida en aquella oscuridad. Era muy diminuta y por un momento se le pasó por la cabeza que se podía tratar de una luciérnaga, pero era estúpido, pues estaba en la sima de un empinado risco y de seguro que en aquel lugar no vagaban aquellos insectos.
De seguro que se trata de una ilusión. Pensó con firmeza para que ideas más locas no cruzaran su mente completamente asombrada.
La continúo mirando con sus ojos curiosos, pero allí seguía y ahora se percató de un pequeñísimo detalle que anteriormente no había logrado divisar… Aquella luz centellaba, sí, y era como si se tratara de una pequeña flama. Era raro, pero cierto, pues sus ojos la estaban viendo con lujo y detalle a pesar de la niebla.
Inconscientemente se puso de pie. Sus pensamientos estaban nublados por completo, pues sus ojos estaban desorbitados, su respiración estaba algo entre cortada y sus manos frías se dejaron caer por sus costados. Estaba bajo de un extraño transe.
Se quedó allí completamente paralizado mirándola durante un tiempo indefinido…

De pronto y contra su voluntad comenzó a caminar. Aquella llama que allí había permanecido suspendida entre la niebla también se empezó a movilizar y era como si su ser de una forma inconsciente la quisiese seguir a cualquier lugar que aquella fuese.
Sus torpes pies tropezaban en las rocas de aquel suelo pedregoso. Estaba más que consiente de que tarde o temprano acabaría cayendo, si no era en el suelo que pisaba con bastante torpeza iba a ser del risco, terminando con su desgracia.
Aquella llama seguía alejándose. Era como si el sendero se hubiese de una forma bastante extraña alargado. Cada vez se veía más y más lejos, y para su desgracia sus pies como si estuviesen siendo atraídos por una poderosa fuerza magnética, la seguían a siegas entre la niebla que lo envolvía con su mojante presencia.

De un momento a otro la llama se detuvo… Los pies de su presa también… y las puntas de sus zapatos quedaron suspendidas en el abismo… Escombros se desprendieron de la orilla, pues era bastante inestable. Unas cuantas piedras seguidas de tierra se perdieron en una caída libre de miles de metros.
Ahora si sabía que sus minutos estaban contados, ya que si fuese por él arrancaría de la orilla, pero como aun permanecía bajo un extraño hechizo solo debía aguantar el sentimiento de angustia al no poder dar pie atrás, a demás la desesperación lo sofocaba con crueldad, al ni siquiera poder ver qué era lo que al frente de él estaba. Solo veía una llama suspendida en aquel vacío.
Sus ojos aun desorbitados dejaron de parpadear y eran lubricados por la espesa niebla, su respiración se aceleró, pues de apoco recuperaba el control de su cuerpo y ahora temblaba producto al miedo que lo consumía al sentir la brisa de aquella muerte que lo esperaba tras una caída de aquel risco; Sus labios se apretaron, de seguro tenía ganas de gritar, pero algo se lo impedía. De pronto un leve zumbido en sus oídos le acabó por nublar su conciencia y cayó nuevamente bajo el transe inconsciente que estaba hasta hace muy poco.

Unos murmullos a su espalda ¿Se trataba de alguien más o solo de su imaginación? No lo lograba saber con exactitud.
Aquel zumbido de sus oídos al fin comenzaba a desaparecer y los murmullos se escuchaban cada vez más altos. De pronto nuevamente tuvo el control sobre todo su cuerpo, pero sus pies solo lograron arrastrarse unos pocos centímetros hacia atrás, pues algo estaba ahora atrás de él y realmente a ese algo le temía, no sabía porque, pero su cuerpo no reaccionaba cuando intentaba girarse.
De pronto aquellos murmullos fueron cambiados por leves chillidos y… El crujir del suelo le izo dar un pequeño salto. Era como si aquella cosa que estaba a su espalda hubiese dado un mísero paso.
Apretó sus puños e intentó guardarlos dentro de sus bolsillos, pues temía que fuese a tocar algo allí en la penumbra, pero antes de que lo hiciese… La piel del dorso de su mano derecha rosó algo peludo… Era un pelo suave y esponjoso, pero no sabía de qué cosa era aquella parte que había rozado.

La llama, si aquella llama que estaba al frente de sus ojos se encendió mucho más y con la suficiente potencia para que tuviese que desviar la vista hacia otro lado. A pesar de que sabía muy bien de que había algo a su espalda no logró evitar mirar y… La luz desprendida por aquella llama que se había encendido con furia le fue suficiente para lograr divisar a su pequeño acompañante que ahora estaba a unos pocos milímetros de su mano derecha…
Un extraño manojo de pelos, pequeño y de un hocico redondeado, los labios de este estaban arrugados y donde su interior era visible tres hileras de dientes puntiagudos se dejaron ver; Sobre este un extraño ojo rojo saltón no dejaba de menearse de un lado para el otro, como si todo le llamase la atención; No tenía patas y fuera de las facciones visibles solo se lograba ver como un bulto de pelos negros…
¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...
Tras el ensordecedor grito de desesperación hacia el vacío, un gruñido muy similar al de un porcino se escapó y la llama se extinguió. Se extinguió al igual que la extraña criatura; Se extinguió tan rápido como había aparecido; Se extinguió igual como ahora se extinguía el rebote del grito del viejo cayendo ante su destino cruel, destino que ahora llegaba a su fin sin que lo lograse detener.

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