Lo que
oculta la noche
Sábado 23/6/2012
Nos
encontrábamos celebrando el treinta cumpleaños de mi novia. La noche
transcurría lenta, pero segura. Ahogábamos el momento en ron y cerveza,
mientras escuchábamos música de los ochenta, maravillosos éxitos del recuerdo.
Como
la casa de mi abuela estaba en el campo y no teníamos baño dentro, para
evitarnos el pique hasta el baño de pozo negro, los tres involucrados en la
celebración privada orinábamos en una bacinica plástica. Cuanto este recipiente
se vio repleto, me tuve que abrigar para ir a vaciarlo afuera.
Salí
por la puerta trasera con la bacinica en la mano izquierda.
Como
no quería pegarme una gran caminata, por sobre los charcos que ya tenía
esparcidos la lluvia, quise ir a vaciarla atrás del cuarto, que únicamente
estaba a unos pocos pasos.
Avancé
por abajo del maitén y al momento de pasar por el costado del cuarto, en donde
se guardaban las bicicletas y otras cosas; escuché sobre el techo de este un
ronco gruñido. Algo así como el que emiten los perros de raza grande antes de
comenzar a ladrar. Un prolongado ruido que era más que obvio que no provenía de
perro alguno, ya que el misterioso sonido parecía escapar del hocico de un
animal que estaba sobre el tejado del cuarto, y no de abajo…
Cuando
vacié la bacinica, entré con una pregunta en mi cabeza: ¿Qué fue eso?... El
temor solo me había invadido por un instante, justo en ese momento en el cual
escuché el ruido, luego me inundó la curiosidad, puesto que estoy más que
seguro, que las copas no se me habían pasado, ya que ni siquiera me sentía con
el cuerpo pesado. Por lo tanto, me doy la libertad de decir, que un extraño
animal estuvo observándome, por lo menos por un par de segundos.
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