viernes, 25 de enero de 2013

Serpiente espiral


Serpiente espiral
                       
Este texto está inspirado en el contenido inferior de la carta “Serpiente espiral”, del juego de cartas “Yu Gi Ho”.

Cuando enormes remolinos hunden ciudades, es a consecuencia del hambre de esta serpiente marina. Nadie ha escapado nunca de su temida hola espiral para descubrir con precisión el terror que experimentaron.
(Contenido inferior de la carta “Serpiente espiral”)

La puesta de sol se comenzaba a mostrar, presentando el cielo y las aguas, con un marcado color rojo, que varios del puerto deseaban ver con muchas ansias día tras día.
De frente al mar, se lograban ver varias almas, observando desde las barandas protectoras, encantados por la belleza que mostraba el infinito mar, en compañía del cielo y el disco de fuego.
La brisa marina, arrastrada hasta la orilla por las olas, acariciaba los rostros de los presentes, que lo único que pedían era el congelamiento de tan magnífica imagen natural.
Abajo, se podían apreciar a los pescadores, regresando y arrastrando sus naves independientes, para atarlas a la orilla. En la arena quedaba el avanzar pesado de los botes, que en sus interiores traían la preciada mercancía de tan sacrificados hombres, que dependen su vida de lo proporcionado por la generosa mar.
Justo en frente de la escala que conducía hacia la orilla de la playa, se estacionó una camioneta Chevrolet doble cabina, de vidrios polarizados y neumáticos recién cambiados. De su interior bajaron dos hombres, vestían trajes de oficina. El que conducía, era moreno y de cabello corto; mientras que el copiloto, presentaba su cabello largo y rubio, en combinación de sus ojos azules y piel blanca. Cualquiera diría que solo eran un par de millonarios aburridos, en búsqueda de algo nuevo.
La parte de atrás de la camioneta, venía cubierta por un toldo y atada por cadenas. El rubio sacó un manojo de llaves de su bolsillo y quitó los candados, que fijaban las cadenas a los bordes de la camioneta; luego, el moreno jaló las cadenas y las arrojó al piso. Cuando ya tuvieron la seguridad quitada, juntos retiraron el toldo, dejando al descubierto el equipo que traían allí oculto.
-Saca la carnada Bladi. Dijo el moreno.
-OK… Respondió Bladi, subiéndose en la parte de atrás.
Allí traían un saco de carne putrefacta, que Bladi cogió con sus dos manos y lo echó abajo, por el costado izquierdo. Además de esta porquería, se veían, arpones, con sus respectivos lanzadores automáticos; una escopeta de cañón corto, una maleta negra y varias cajas, que en sus etiquetas se veían el signo de TNT (Dinamita). ¿Para qué querían tanto armamento? No se sabía, pero lo estaban cargando.
Bladi bajó del vehículo y cogió nuevamente el saco con carne putrefacta.
-Joseff, trae las armas. Mirando solo de reojo a su compañero, que se acomodaba el armamento. –Tendremos que preparar todo rápido, ya es muy tarde.
-Bien.
Siendo observados por la multitud presente, los dos tipos bajaron la escala de piedra. Una vez abajo, Bladi dejó caer su carga y comenzó a observar su alrededor, buscando algo.
-Hmmm… Llevando su mano derecha a su mentón. –No veo nada que nos sirva para preparar la carnada.
-Bladi.
-¿Sí? Volviendo su rostro. – ¿En qué piensas?
-Podríamos cavar un agujero y desde arriba tenderle la emboscada. Señalándole el punto de donde observaba la gente.
-Buena idea, trae las palas y cavemos algo rápido.
-Bien.
Joseff subió corriendo las escaleras, sacó dos palas que traían en la parte de atrás de la cabina, y volvió a bajar.
-Ya, aquí están.
-Bueno… Observando nuevamente, para ver el mejor punto en donde cavar el agujero. Podríamos cavar lo más cerca de las aguas, un agujero grande, y para asegurarnos de que la tendremos en nuestras manos, cavaremos uno más pequeño cerca de los muros de piedra.
Desde arriba, las personas se preguntaban: ¿Quiénes son ellos?, ¿Qué hacen?, ¿Qué les ocurre?, ¿Están locos?, etc, etc…
Cuando Miguel acabó de atar su vote a la orilla, con fuertes cadenas; se aproximó a donde estaban los dos hombres, cavando el agujero pequeño, cerca del muro de piedra.
-¿Qué se supone que están haciendo? Preguntó Miguel, mirando a los hombres trabajar, mientras que sus cabellos se alborotaban en su frente, producto a la brisa marina.
-Nos ganamos la vida. Respondió Bladi, tirando la pala hacia un lado. –Ya acabamos Joseff, tenemos que subir. Le dijo a su amigo, ignorando por completo la presencia del pescador.
-Ho, bien. Dejando caer la herramienta.
-Váyanse de aquí, no tienen nada que estar haciendo en este lugar. Dijo Miguel con voz firme. –Ho, harán que el señor del mar se enfade con nosotros.
-Lárgate tú. Le contestó Bladi, saliendo del agujero. –Déjanos en paz, o te puede ir muy mal.
Bladi recogió el maletín negro del piso, con ayuda de una tarjeta plateada lo abrió y extrajo de su interior un revolver, que al momento de tenerlo en su poder, lo dirigió hacia donde estaba Miguel.
-Piensa muy bien si te quieres meter con nosotros; creo que sería bien inteligente de tu parte, dar la media vuelta y volver a caminar por donde llegaste. Se impuso Bladi, sin titubear un momento.
-Se arrepentirán por lo que están haciendo.
-¡Cierra la boca! Exclamó Joseff. –Vete por las buenas.
El crepúsculo, acompañaba el paso de Miguel, que ahora se marchaba en dirección de su hogar, sabiendo claramente en su interior, que esto no iba a ser bien visto.
Bladi junto a Joseff, subieron nuevamente las escaleras, después de haber vaciado el contenido putrefacto en ambos agujeros, y caminaron por la orilla del barandal, hacia el sector en donde estaba la gente observando. Cuando las personas vieron a estos sujetos acercarse, desalojaron el sector rápidamente, puesto que con estos locos armados, nada bueno podía ocurrir.
-Y… Buscaba las palabras Joseff. -¿Qué aremos con la dinamita?
-Verdad… Apoyando su lanzador de arpones en el barandal. –Casi lo había olvidado.
-Sí, ¿Qué aremos con eso?
-No te preocupes, yo me encargo.
Y así fue… Bladi fue por las cajas de dinamita, volvió a bajar y las ocultó con arena, justo abajo del muro de piedra; luego arrojó la mecha hacia arriba, que la recibió Joseff.
-Afirma bien eso, ya subo.
-Bien…
Antes de volver al punto estratégico, Bladi miró hacia las aguas…
-¿Qué miras? Preguntó desde arriba Joseff.
-Emmm… Mirando a su compañero por sobre su hombro derecho, para luego volver nuevamente su vista al mar.
-¿Qué? Insistió Joseff.
-Nada… Respondió Bladi, dándose la vuelta, para subir por la escala de roca. –Solo observaba.
Nuevamente arriba, se quitó el terno y lo colgó del barandal, lo mismo hizo con la corbata, quedando solamente con su camisa. Ya completamente más cómodo, tomó el lanzador de arpones.
Joseff sacó su celular y miró la hora… 21:15 PM…
-Ya es tarde. Volviendo a guardar el celular. –Carter se atrasó.
-Ni me lo digas, siempre hace lo mismo.
-¿Cuándo será el día en el cual será responsable en la hora?
-Sueña. Dijo Bladi, apoyando el cañón del lanzador de arpones sobre el barandal. –Ese hombre es lo más irresponsable que existe.
-Hmmm…
22:00 PM
Todo estaba cubierto con bruma marina, y gracias a la noche, se distinguía muy poco.
-Joseff, saca el foco.
Tras la orden, Joseff sacó el foco del maletín y lo ató a la baranda, apuntando con aquellas potentes ampolletas hacia las aguas.
-Bueno, algo es algo. Dijo Bladi viendo la potencia de la luz. –Solo espero que Carter traiga más ayuda visual.
-Ojalá.
A su espalda, se estacionó un automóvil negro… Se trataba de un Nissan. La ventanilla del copiloto fue bajada y se asomó un chico joven.
-¡Hey chicos! Exclamó el muchacho.
-Ya era hora. Dijo Bladi, dándose la vuelta.
-¿Demoramos mucho? Preguntó el muchacho.
-Bastante. Respondió Joseff. ¿Dónde está Carter?
-Aquí, ya va a bajar.
El motor del vehículo se paró y bajó Carter. Este hombre de alta edad, vestía una chaqueta de cuero y en sus manos traía una metralla UZI. Su cabello aun se mantenía negro, pero se lograban distinguir los primeros indicios de mechones blancos.
Al momento de estar abajo, Carter rodeó el vehículo por el frente y golpeó el capot, mirando hacia el interior del auto por el vidrio de adelante.
-Ya, ya, bajen rápido.
Se abrieron las puertas de atrás y descendieron dos hombres más. Ambos sujetos vestían ropa de calle; pantalones anchos y una polera, realmente ni comparación con Bladi y Joseff. Finalmente se abrió la puerta del copiloto, bajó un muchacho de no más de veinte años; al igual que los últimos tipos, vestía unos pantalones anchos, una polera negra y un polerón abierto.
-Vamos chicos, a instalar la iluminación. Ordenó Carter mirando a Bladi. -¿Esperaron mucho?
-Ni te imaginas cuanto. Respondió Bladi un poco molesto. –Necesito que seas más responsable, al menos si quieres seguir trabajando conmigo.
-Sí, sí…
Tras la orden de Carter, sus tres acompañantes se dirigieron a la parte de atrás del auto, abrieron la maletera y sacaron varios focos.
-¿Dónde los instalamos señor? Preguntó el muchacho joven.
-Algunos en el barandal y los otros abajo. Les señaló Carter.
-Correcto.
Como luchaban contra el tiempo, los tres hombres se movilizaron rápidamente, instalando cada uno de los focos en puntos estratégicos. Bladi, Joseff y Carter se aproximaron al barandal, y desde aquí observaban como sus socios trabajaban.
-¿Estás seguro de todo esto Bladi? Quizás solo es un estúpido mito y nada más que eso. Preguntó Carter.
-Cuando vean a esa cosa, se van a tragar sus palabras. Respondió ante la pregunta Bladi.
Cuando ya estuvo la iluminación lista, los tres hombres se aproximaron.
-Ya, está todo listo. Dijo el muchacho.
-¿De dónde te conseguiste a este chico? Preguntó Joseff mirando a Carter. –Es solo un niño.
-Haa… Nacho es un mercenario, que a pesar de esa cara de chiquillo cobra muy caro.
-No aparento lo que soy. Agregó Nacho.
-Mira tú… Balbuceó Joseff.
-Y los otros dos, son sus colegas.
-Por supuesto. Él es mi compadre Maury. Palmeándole la espalda al tipo de la gorra. –Y él, mi sosito Carol. Golpeándole el hombro al otro tipo.
-A ya, dale. Dijo Joseff volviéndose hacia el mar.
-Falta mucho aun para que aparezca. Dirigiendo sus palabras hacia donde estaba Joseff.
-Lo sé Bladi, no tienes que recordármelo.
00:00
Cuando la marea estuvo alta, la superficie marina se alborotó; algo así como cuando un enorme objeto viene en movimiento…
Con esto Bladi supo que se aprontaba el gran momento. Apretó su lanzador de arpones y fijó sus ojos en las aguas. Tras esto Joseff se alarmó.
-¿Qué sucede? Preguntó Joseff con un tono temeroso.
-Ya se viene…
-¿De verdad? Preguntó Carter con un tono de alivio. –Eso sí es bueno.
-Manténganse con los ojos bien abiertos. Mirando a Nacho y su grupo.
-Correcto. Asentó Nacho con la cabeza.
De las aguas se holló un gruñido feroz… Algo así como aquellos que se lograban apreciar en películas de monstruos marinos, realmente difícil de creer, pero era así; entre tembloroso, como el de los cocodrilos, y profundo, similar al emitido por los cetáceos ¿cómo podía ser esto?
La visualización permitida por los focos, solo era mínima y cubría casi toda la playa, dejando hasta el último rincón de arena visible, pero las aguas ocultaban al verdadero enemigo…
-¡Armas! Exclamó Bladi.
Los lanzadores de arpones quedaron de frente contra el mar y los seis pares de ojos junto con ellos; ahora con mayor razón debían estar pendientes de cada movimiento, no debían permitir nada extraño, o les costaría la vida.
Nacho y su grupo se armaron con pistolas normales, ya que era mucho mejor que estar sin arma frente a tan imponente peligro. Carter quitó el seguro de su ametralladora y con bastante suavidad llevó el cañón al frente.
Las aguas se alborotaron aun más  y un espiral, similar a una tromba marina; se fue directo hacia la playa… llegó oblicuamente contra el muro de piedra, levantando arena mesclada con aquel liquido salado… El grupo prosiguió a cubrirse. Ya no había visualización del campo, aprovechándose de esto la criatura subió a la arena… Se trataba de una serpiente marina enorme; en estos momento su cráneo provisto de unas aletas a cada lado de la cabeza y dos cuernos, con uno arriba y el otro abajo; rastreaba el sector para lograr encontrar que triturar con aquellos afilados dientes. Sus escamas presentaban un tono celeste bastante claro, que de seguro le servía bastante en las profundidades para camuflarse y así poder atrapar a sus presas con menor dificultad.
-¡Vamos! Exclamó Bladi. -Esa cosa no puede escapar.
Como líder del grupo y para dar el ejemplo, Bladi se puso de pie, dirigiendo el cañón hacia el frente; presionó el gatillo, dejando escapar el arpón…
-Te tengo… Mirando la trayectoria del cordón metálico.
El rojo carmesí afloró… La punta del arpón se fue a clavar en la musculatura rígida de la serpiente marina, sin alcanzarle el conducto del oxigeno, ni siquiera el del alimento. Lo único que logró hacer este golpe, fue hacerla enfurecer… Dejó escapar un rugido de ira, moviéndose de lado a lado.
-Necesito ayuda. Apretando con fuerzas el seguro que mantenía fijado el cordón metálico al lanzador. –Se irá, disparen.
-¡Fuego, fuego, fuego! Gritaba Nacho disparando.
Los dos socios de Nacho lo acompañaban, las tres pistolas rugían en la penumbra. Aunque las balas no parecían dañar aquella piel escamosa y resbaladiza, pero al menos la confundían, permitiendo de esa forma tener más tiempo para atacar y atraparla.
Las ráfagas veloces iniciaron… De la ametralladora de Carter se escapó aquella oleada destructora, que comenzó a dejar mayor daño en la cubierta mojada de la criatura.
Ya la tenían en sus manos, pero ocurrió algo que ninguno se lo esperaba… Del hocico provisto de filosos dientes carniceros como cuchillas, se escapó un nuevo espiral de agua… Este ataque avanzó veloz hacia el muro de piedra, colisionando contra este. El golpe fue brutal, y ocasionó que la dinamita ubicada en la parte más baja, hiciera explosión… Hundiendo de esta forma la piedra cuidadosamente trabajada.
-¡Atrás! Indicó Bladi, para que lograsen escapar antes de que cayeran a la arena.
Retrocedieron lo más rápido que pudieron, y vieron como el barandal de protección, caía entre los escombros junto a Maury…
-¡Maury! Exclamó Nacho al ver como su compañero caía a la arena, en donde estaba aquella bestia. –Tenemos que ayudarlo. Mirando a Bladi.
-¿Estás loco? No podemos hacer eso.
-Pero va a morir. Discutió Nacho.
-Es verdad. Apoyó Joseff.
-Es una criatura realmente peligrosa, no es un tonto juego.
-Pero… Cargó el arma Nacho. –Tendremos que hacerlo nosotros. Mirando a Carol.
-Cuando quiera. Respondió Carol.
-¿Están locos? Preguntó con voz temerosa Joseff.
-Déjalos. Dijo Bladi apoyando su mano derecha en el hombro de Joseff. –Es su decisión. Mirando a los ojos a Nacho.
Guardando silencio, Nacho junto a Carol se aproximaron veloces al punto en donde se había ocasionado la explosión. Maury se estaba arrastrando por la arena, entre voraces llamas, usando la seguridad de los escombros de roca para no ser incinerado.
-Idiotas. Dijo entre dientes Bladi.
-Tenemos que ayudarlos. Dijo Carter mientras cambiaba el cargador de su ametralladora. –Nos puede servir para acabar con la criatura. Cerrando el cargador.
-Tienes razón. Acompañó la idea Bladi. –Vamos Joseff, tienes que lanzarle tu arpón.
-OK. Respondió Joseff no muy convencido.
En la arena flameante, aun se retorcía la criatura dando alaridos. De pronto se percató de la presencia de Maury y se dispuso a devorarlo.
Nacho logró darse cuenta de que el animal iba por su compañero, puesto que se arrastraba veloz hasta donde él. Con esto a ambos le quedaba claro que tendrían que sacarlo lo antes posible de allí, y lo peor de todo era que no sabían cómo.
-¡Jefe! Exclamó Maury desde abajo.
Desde el borde humeante, Nacho junto a Carol abrieron fuego contra la bestia, pero esto no la detuvo y…
-¡No! Gritó Nacho.
-¡Maury! Lo acompañó Carol.
Fue aplastado por las monstruosas fauces de la criatura… escapando por entre sus carniceros dientes, la sangre de su desafortunada victima…
Hasta el costado izquierdo de los dos atónitos hombres, llegó Carter, que presionó el gatillo, soltando de esta forma la carga completa sobre su enemigo.
-Ahora Joseff… Dispara el arpón…
Joseff presionó el gatillo y el arpón salió disparado… La punta de este proyectil se fue a clavar en el globo ocular de la inmensa criatura… Le segó el ojo izquierdo, y fue el primer daño considerable, ya que al entrar por la cuenca ocular, se abrió paso varios centímetros hacia su interior. Esto desesperó al animal, que sacó todo su cuerpo de la seguridad de las aguas… Era realmente una inmensa serpiente marina, puesto que su larga extensión ocupaba gran parte de la playa, aplastando con su musculatura las naves independientes atadas a la orilla, para que la marea no se las llevase.
-¡Atrás! Ordenó Bladi, mientras veía como la criatura se retorcía.
El seguro del lanzador de Joseff se activó… El cable metálico estaba tenso.
-¡Afírmalo bien! Dijo Bladi, mirando a Joseff que se esforzaba por tener el lanzador firme.
La ferocidad de la criatura fue mayor… Jaló el cable metálico, retrocediendo su cabeza; y con esto arrastró a Joseff hacia ella… El hombre calló a la arena cubierta por escombros flameantes.
Esto si alertó a Bladi, puesto que podía perder a cualquier hombre, pero a Joseff no. Sacó el revólver que traía y se aproximó al lugar en donde había ocurrido la explosión; aquí se quedó hombro con hombro, con Nacho que aun no lograba asimilar la muerte de su socio.
-Ahora bienes… Dijo Nacho sin poder levantar su rostro. –Es inútil… Y tu compañero correrá con la misma suerte.
¡Banc!... El revólver de Bladi se disparó contra Nacho… El cuerpo del joven calló hacia las llamas…
-No volverás a decir una sola palabra… Llevando el cañón humeante hacia atrás…
-No… ¡No!... ¡Jefe!... Carol llevó el arma al frente para vengar la muerte de su mayor, pero… ¡Banc!... Y su cuerpo calló hacia el mismo lugar que los otros integrantes…
-¡Estás loco! Carter enfureció. -¡Bladi!
-¿Qué?... Respondió completamente disminuido Bladi.
-¿Cómo pudiste? Continuó atacando Carter.
Antes de que Carter presionara el gatillo de la USY, para acabar con la vida de Bladi; la criatura se adelantó, atrapando el cuerpo del hombre con sus fauces… Sus dientes se cerraron y el cuerpo de Bladi se cortó en dos… Quedando las piernas sobre la piedra.
-¡No!... El gatillo de la ametralladora fue presionado, y no lo soltó hasta que la carga completa se disparó… Sin lograr nada…
-¿Cómo puede ser? Cambiando la recarga. -¡Muere!...
Antes de que permitiese escapar una segunda ráfaga, la serpiente espiral lo engulló entero… Sin dejar un solo trozo fuera, ni siquiera una sola gota de sangre; nada de él quedó.
Joseff, el único sobreviviente; tampoco logró escapar al desafortunado final. Cuando la bestia giró su cuerpo, lo aplastó… Moliendo hasta el último hueso del hombre… Marcando así el final de cada uno de los cazadores involucrados.
07:00 AM
Con los rallos del disco de fuego tocando la superficie terrestre, se mostraba el caos dejado durante la noche. Cada uno de los votes atados a la orilla, ahora solo eran trozos inservibles de madera, esparcidos por la extensión de la playa.
Miguel, el pescador que presenció el atrevimiento contra el espíritu marino, veía los resultados de tal acto de violación, y le quedaba más claro que con el mar no se debía jugar…

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