Serpiente espiral
Este texto está inspirado en el
contenido inferior de la carta “Serpiente espiral”, del juego de cartas “Yu Gi
Ho”.
Cuando
enormes remolinos hunden ciudades, es a consecuencia del hambre de esta
serpiente marina. Nadie ha escapado nunca de su temida hola espiral para
descubrir con precisión el terror que experimentaron.
(Contenido
inferior de la carta “Serpiente espiral”)
La
puesta de sol se comenzaba a mostrar, presentando el cielo y las aguas, con un
marcado color rojo, que varios del puerto deseaban ver con muchas ansias día
tras día.
De
frente al mar, se lograban ver varias almas, observando desde las barandas
protectoras, encantados por la belleza que mostraba el infinito mar, en
compañía del cielo y el disco de fuego.
La
brisa marina, arrastrada hasta la orilla por las olas, acariciaba los rostros
de los presentes, que lo único que pedían era el congelamiento de tan magnífica
imagen natural.
Abajo,
se podían apreciar a los pescadores, regresando y arrastrando sus naves
independientes, para atarlas a la orilla. En la arena quedaba el avanzar pesado
de los botes, que en sus interiores traían la preciada mercancía de tan
sacrificados hombres, que dependen su vida de lo proporcionado por la generosa
mar.
Justo
en frente de la escala que conducía hacia la orilla de la playa, se estacionó
una camioneta Chevrolet doble cabina, de vidrios polarizados y neumáticos
recién cambiados. De su interior bajaron dos hombres, vestían trajes de
oficina. El que conducía, era moreno y de cabello corto; mientras que el
copiloto, presentaba su cabello largo y rubio, en combinación de sus ojos
azules y piel blanca. Cualquiera diría que solo eran un par de millonarios
aburridos, en búsqueda de algo nuevo.
La
parte de atrás de la camioneta, venía cubierta por un toldo y atada por
cadenas. El rubio sacó un manojo de llaves de su bolsillo y quitó los candados,
que fijaban las cadenas a los bordes de la camioneta; luego, el moreno jaló las
cadenas y las arrojó al piso. Cuando ya tuvieron la seguridad quitada, juntos
retiraron el toldo, dejando al descubierto el equipo que traían allí oculto.
-Saca
la carnada Bladi. Dijo el moreno.
-OK…
Respondió Bladi, subiéndose en la parte de atrás.
Allí
traían un saco de carne putrefacta, que Bladi cogió con sus dos manos y lo echó
abajo, por el costado izquierdo. Además de esta porquería, se veían, arpones,
con sus respectivos lanzadores automáticos; una escopeta de cañón corto, una
maleta negra y varias cajas, que en sus etiquetas se veían el signo de TNT
(Dinamita). ¿Para qué querían tanto armamento? No se sabía, pero lo estaban
cargando.
Bladi
bajó del vehículo y cogió nuevamente el saco con carne putrefacta.
-Joseff,
trae las armas. Mirando solo de reojo a su compañero, que se acomodaba el
armamento. –Tendremos que preparar todo rápido, ya es muy tarde.
-Bien.
Siendo
observados por la multitud presente, los dos tipos bajaron la escala de piedra.
Una vez abajo, Bladi dejó caer su carga y comenzó a observar su alrededor,
buscando algo.
-Hmmm…
Llevando su mano derecha a su mentón. –No veo nada que nos sirva para preparar
la carnada.
-Bladi.
-¿Sí?
Volviendo su rostro. – ¿En qué piensas?
-Podríamos
cavar un agujero y desde arriba tenderle la emboscada. Señalándole el punto de
donde observaba la gente.
-Buena
idea, trae las palas y cavemos algo rápido.
-Bien.
Joseff
subió corriendo las escaleras, sacó dos palas que traían en la parte de atrás
de la cabina, y volvió a bajar.
-Ya,
aquí están.
-Bueno…
Observando nuevamente, para ver el mejor punto en donde cavar el agujero.
Podríamos cavar lo más cerca de las aguas, un agujero grande, y para
asegurarnos de que la tendremos en nuestras manos, cavaremos uno más pequeño
cerca de los muros de piedra.
Desde
arriba, las personas se preguntaban: ¿Quiénes son ellos?, ¿Qué hacen?, ¿Qué les
ocurre?, ¿Están locos?, etc, etc…
Cuando
Miguel acabó de atar su vote a la orilla, con fuertes cadenas; se aproximó a
donde estaban los dos hombres, cavando el agujero pequeño, cerca del muro de
piedra.
-¿Qué
se supone que están haciendo? Preguntó Miguel, mirando a los hombres trabajar,
mientras que sus cabellos se alborotaban en su frente, producto a la brisa
marina.
-Nos
ganamos la vida. Respondió Bladi, tirando la pala hacia un lado. –Ya acabamos
Joseff, tenemos que subir. Le dijo a su amigo, ignorando por completo la
presencia del pescador.
-Ho,
bien. Dejando caer la herramienta.
-Váyanse
de aquí, no tienen nada que estar haciendo en este lugar. Dijo Miguel con voz
firme. –Ho, harán que el señor del mar se enfade con nosotros.
-Lárgate
tú. Le contestó Bladi, saliendo del agujero. –Déjanos en paz, o te puede ir muy
mal.
Bladi
recogió el maletín negro del piso, con ayuda de una tarjeta plateada lo abrió y
extrajo de su interior un revolver, que al momento de tenerlo en su poder, lo
dirigió hacia donde estaba Miguel.
-Piensa
muy bien si te quieres meter con nosotros; creo que sería bien inteligente de
tu parte, dar la media vuelta y volver a caminar por donde llegaste. Se impuso
Bladi, sin titubear un momento.
-Se
arrepentirán por lo que están haciendo.
-¡Cierra
la boca! Exclamó Joseff. –Vete por las buenas.
El
crepúsculo, acompañaba el paso de Miguel, que ahora se marchaba en dirección de
su hogar, sabiendo claramente en su interior, que esto no iba a ser bien visto.
Bladi
junto a Joseff, subieron nuevamente las escaleras, después de haber vaciado el
contenido putrefacto en ambos agujeros, y caminaron por la orilla del barandal,
hacia el sector en donde estaba la gente observando. Cuando las personas vieron
a estos sujetos acercarse, desalojaron el sector rápidamente, puesto que con
estos locos armados, nada bueno podía ocurrir.
-Y…
Buscaba las palabras Joseff. -¿Qué aremos con la dinamita?
-Verdad…
Apoyando su lanzador de arpones en el barandal. –Casi lo había olvidado.
-Sí,
¿Qué aremos con eso?
-No
te preocupes, yo me encargo.
Y
así fue… Bladi fue por las cajas de dinamita, volvió a bajar y las ocultó con
arena, justo abajo del muro de piedra; luego arrojó la mecha hacia arriba, que
la recibió Joseff.
-Afirma
bien eso, ya subo.
-Bien…
Antes
de volver al punto estratégico, Bladi miró hacia las aguas…
-¿Qué
miras? Preguntó desde arriba Joseff.
-Emmm…
Mirando a su compañero por sobre su hombro derecho, para luego volver
nuevamente su vista al mar.
-¿Qué?
Insistió Joseff.
-Nada…
Respondió Bladi, dándose la vuelta, para subir por la escala de roca. –Solo
observaba.
Nuevamente
arriba, se quitó el terno y lo colgó del barandal, lo mismo hizo con la
corbata, quedando solamente con su camisa. Ya completamente más cómodo, tomó el
lanzador de arpones.
Joseff
sacó su celular y miró la hora… 21:15 PM…
-Ya
es tarde. Volviendo a guardar el celular. –Carter se atrasó.
-Ni
me lo digas, siempre hace lo mismo.
-¿Cuándo
será el día en el cual será responsable en la hora?
-Sueña.
Dijo Bladi, apoyando el cañón del lanzador de arpones sobre el barandal. –Ese
hombre es lo más irresponsable que existe.
-Hmmm…
…
22:00 PM
Todo
estaba cubierto con bruma marina, y gracias a la noche, se distinguía muy poco.
-Joseff,
saca el foco.
Tras
la orden, Joseff sacó el foco del maletín y lo ató a la baranda, apuntando con
aquellas potentes ampolletas hacia las aguas.
-Bueno,
algo es algo. Dijo Bladi viendo la potencia de la luz. –Solo espero que Carter
traiga más ayuda visual.
-Ojalá.
A
su espalda, se estacionó un automóvil negro… Se trataba de un Nissan. La ventanilla
del copiloto fue bajada y se asomó un chico joven.
-¡Hey
chicos! Exclamó el muchacho.
-Ya
era hora. Dijo Bladi, dándose la vuelta.
-¿Demoramos
mucho? Preguntó el muchacho.
-Bastante.
Respondió Joseff. ¿Dónde está Carter?
-Aquí,
ya va a bajar.
El
motor del vehículo se paró y bajó Carter. Este hombre de alta edad, vestía una
chaqueta de cuero y en sus manos traía una metralla UZI. Su cabello aun se
mantenía negro, pero se lograban distinguir los primeros indicios de mechones
blancos.
Al
momento de estar abajo, Carter rodeó el vehículo por el frente y golpeó el
capot, mirando hacia el interior del auto por el vidrio de adelante.
-Ya,
ya, bajen rápido.
Se
abrieron las puertas de atrás y descendieron dos hombres más. Ambos sujetos
vestían ropa de calle; pantalones anchos y una polera, realmente ni comparación
con Bladi y Joseff. Finalmente se abrió la puerta del copiloto, bajó un
muchacho de no más de veinte años; al igual que los últimos tipos, vestía unos
pantalones anchos, una polera negra y un polerón abierto.
-Vamos
chicos, a instalar la iluminación. Ordenó Carter mirando a Bladi. -¿Esperaron
mucho?
-Ni
te imaginas cuanto. Respondió Bladi un poco molesto. –Necesito que seas más
responsable, al menos si quieres seguir trabajando conmigo.
-Sí,
sí…
Tras
la orden de Carter, sus tres acompañantes se dirigieron a la parte de atrás del
auto, abrieron la maletera y sacaron varios focos.
-¿Dónde
los instalamos señor? Preguntó el muchacho joven.
-Algunos
en el barandal y los otros abajo. Les señaló Carter.
-Correcto.
Como
luchaban contra el tiempo, los tres hombres se movilizaron rápidamente,
instalando cada uno de los focos en puntos estratégicos. Bladi, Joseff y Carter
se aproximaron al barandal, y desde aquí observaban como sus socios trabajaban.
-¿Estás
seguro de todo esto Bladi? Quizás solo es un estúpido mito y nada más que eso.
Preguntó Carter.
-Cuando
vean a esa cosa, se van a tragar sus palabras. Respondió ante la pregunta
Bladi.
Cuando
ya estuvo la iluminación lista, los tres hombres se aproximaron.
-Ya,
está todo listo. Dijo el muchacho.
-¿De
dónde te conseguiste a este chico? Preguntó Joseff mirando a Carter. –Es solo
un niño.
-Haa…
Nacho es un mercenario, que a pesar de esa cara de chiquillo cobra muy caro.
-No
aparento lo que soy. Agregó Nacho.
-Mira
tú… Balbuceó Joseff.
-Y
los otros dos, son sus colegas.
-Por
supuesto. Él es mi compadre Maury. Palmeándole la espalda al tipo de la gorra.
–Y él, mi sosito Carol. Golpeándole el hombro al otro tipo.
-A
ya, dale. Dijo Joseff volviéndose hacia el mar.
-Falta
mucho aun para que aparezca. Dirigiendo sus palabras hacia donde estaba Joseff.
-Lo
sé Bladi, no tienes que recordármelo.
…
00:00
Cuando
la marea estuvo alta, la superficie marina se alborotó; algo así como cuando un
enorme objeto viene en movimiento…
Con
esto Bladi supo que se aprontaba el gran momento. Apretó su lanzador de arpones
y fijó sus ojos en las aguas. Tras esto Joseff se alarmó.
-¿Qué
sucede? Preguntó Joseff con un tono temeroso.
-Ya
se viene…
-¿De
verdad? Preguntó Carter con un tono de alivio. –Eso sí es bueno.
-Manténganse
con los ojos bien abiertos. Mirando a Nacho y su grupo.
-Correcto.
Asentó Nacho con la cabeza.
De
las aguas se holló un gruñido feroz… Algo así como aquellos que se lograban
apreciar en películas de monstruos marinos, realmente difícil de creer, pero
era así; entre tembloroso, como el de los cocodrilos, y profundo, similar al
emitido por los cetáceos ¿cómo podía ser esto?
La
visualización permitida por los focos, solo era mínima y cubría casi toda la
playa, dejando hasta el último rincón de arena visible, pero las aguas
ocultaban al verdadero enemigo…
-¡Armas!
Exclamó Bladi.
Los
lanzadores de arpones quedaron de frente contra el mar y los seis pares de ojos
junto con ellos; ahora con mayor razón debían estar pendientes de cada
movimiento, no debían permitir nada extraño, o les costaría la vida.
Nacho
y su grupo se armaron con pistolas normales, ya que era mucho mejor que estar
sin arma frente a tan imponente peligro. Carter quitó el seguro de su
ametralladora y con bastante suavidad llevó el cañón al frente.
Las
aguas se alborotaron aun más y un
espiral, similar a una tromba marina; se fue directo hacia la playa… llegó
oblicuamente contra el muro de piedra, levantando arena mesclada con aquel
liquido salado… El grupo prosiguió a cubrirse. Ya no había visualización del
campo, aprovechándose de esto la criatura subió a la arena… Se trataba de una
serpiente marina enorme; en estos momento su cráneo provisto de unas aletas a
cada lado de la cabeza y dos cuernos, con uno arriba y el otro abajo; rastreaba
el sector para lograr encontrar que triturar con aquellos afilados dientes. Sus
escamas presentaban un tono celeste bastante claro, que de seguro le servía
bastante en las profundidades para camuflarse y así poder atrapar a sus presas
con menor dificultad.
-¡Vamos!
Exclamó Bladi. -Esa cosa no puede escapar.
Como
líder del grupo y para dar el ejemplo, Bladi se puso de pie, dirigiendo el
cañón hacia el frente; presionó el gatillo, dejando escapar el arpón…
-Te
tengo… Mirando la trayectoria del cordón metálico.
El
rojo carmesí afloró… La punta del arpón se fue a clavar en la musculatura
rígida de la serpiente marina, sin alcanzarle el conducto del oxigeno, ni
siquiera el del alimento. Lo único que logró hacer este golpe, fue hacerla enfurecer…
Dejó escapar un rugido de ira, moviéndose de lado a lado.
-Necesito
ayuda. Apretando con fuerzas el seguro que mantenía fijado el cordón metálico
al lanzador. –Se irá, disparen.
-¡Fuego,
fuego, fuego! Gritaba Nacho disparando.
Los
dos socios de Nacho lo acompañaban, las tres pistolas rugían en la penumbra.
Aunque las balas no parecían dañar aquella piel escamosa y resbaladiza, pero al
menos la confundían, permitiendo de esa forma tener más tiempo para atacar y
atraparla.
Las
ráfagas veloces iniciaron… De la ametralladora de Carter se escapó aquella
oleada destructora, que comenzó a dejar mayor daño en la cubierta mojada de la
criatura.
Ya
la tenían en sus manos, pero ocurrió algo que ninguno se lo esperaba… Del
hocico provisto de filosos dientes carniceros como cuchillas, se escapó un
nuevo espiral de agua… Este ataque avanzó veloz hacia el muro de piedra,
colisionando contra este. El golpe fue brutal, y ocasionó que la dinamita
ubicada en la parte más baja, hiciera explosión… Hundiendo de esta forma la
piedra cuidadosamente trabajada.
-¡Atrás!
Indicó Bladi, para que lograsen escapar antes de que cayeran a la arena.
Retrocedieron
lo más rápido que pudieron, y vieron como el barandal de protección, caía entre
los escombros junto a Maury…
-¡Maury!
Exclamó Nacho al ver como su compañero caía a la arena, en donde estaba aquella
bestia. –Tenemos que ayudarlo. Mirando a Bladi.
-¿Estás
loco? No podemos hacer eso.
-Pero
va a morir. Discutió Nacho.
-Es
verdad. Apoyó Joseff.
-Es
una criatura realmente peligrosa, no es un tonto juego.
-Pero…
Cargó el arma Nacho. –Tendremos que hacerlo nosotros. Mirando a Carol.
-Cuando
quiera. Respondió Carol.
-¿Están
locos? Preguntó con voz temerosa Joseff.
-Déjalos.
Dijo Bladi apoyando su mano derecha en el hombro de Joseff. –Es su decisión.
Mirando a los ojos a Nacho.
Guardando
silencio, Nacho junto a Carol se aproximaron veloces al punto en donde se había
ocasionado la explosión. Maury se estaba arrastrando por la arena, entre voraces
llamas, usando la seguridad de los escombros de roca para no ser incinerado.
-Idiotas.
Dijo entre dientes Bladi.
-Tenemos
que ayudarlos. Dijo Carter mientras cambiaba el cargador de su ametralladora.
–Nos puede servir para acabar con la criatura. Cerrando el cargador.
-Tienes
razón. Acompañó la idea Bladi. –Vamos Joseff, tienes que lanzarle tu arpón.
-OK.
Respondió Joseff no muy convencido.
En
la arena flameante, aun se retorcía la criatura dando alaridos. De pronto se
percató de la presencia de Maury y se dispuso a devorarlo.
Nacho
logró darse cuenta de que el animal iba por su compañero, puesto que se
arrastraba veloz hasta donde él. Con esto a ambos le quedaba claro que tendrían
que sacarlo lo antes posible de allí, y lo peor de todo era que no sabían cómo.
-¡Jefe!
Exclamó Maury desde abajo.
Desde
el borde humeante, Nacho junto a Carol abrieron fuego contra la bestia, pero
esto no la detuvo y…
-¡No!
Gritó Nacho.
-¡Maury!
Lo acompañó Carol.
Fue
aplastado por las monstruosas fauces de la criatura… escapando por entre sus
carniceros dientes, la sangre de su desafortunada victima…
Hasta
el costado izquierdo de los dos atónitos hombres, llegó Carter, que presionó el
gatillo, soltando de esta forma la carga completa sobre su enemigo.
-Ahora
Joseff… Dispara el arpón…
Joseff
presionó el gatillo y el arpón salió disparado… La punta de este proyectil se
fue a clavar en el globo ocular de la inmensa criatura… Le segó el ojo
izquierdo, y fue el primer daño considerable, ya que al entrar por la cuenca
ocular, se abrió paso varios centímetros hacia su interior. Esto desesperó al
animal, que sacó todo su cuerpo de la seguridad de las aguas… Era realmente una
inmensa serpiente marina, puesto que su larga extensión ocupaba gran parte de
la playa, aplastando con su musculatura las naves independientes atadas a la
orilla, para que la marea no se las llevase.
-¡Atrás!
Ordenó Bladi, mientras veía como la criatura se retorcía.
El
seguro del lanzador de Joseff se activó… El cable metálico estaba tenso.
-¡Afírmalo
bien! Dijo Bladi, mirando a Joseff que se esforzaba por tener el lanzador
firme.
La
ferocidad de la criatura fue mayor… Jaló el cable metálico, retrocediendo su
cabeza; y con esto arrastró a Joseff hacia ella… El hombre calló a la arena
cubierta por escombros flameantes.
Esto
si alertó a Bladi, puesto que podía perder a cualquier hombre, pero a Joseff
no. Sacó el revólver que traía y se aproximó al lugar en donde había ocurrido
la explosión; aquí se quedó hombro con hombro, con Nacho que aun no lograba
asimilar la muerte de su socio.
-Ahora
bienes… Dijo Nacho sin poder levantar su rostro. –Es inútil… Y tu compañero
correrá con la misma suerte.
¡Banc!...
El revólver de Bladi se disparó contra Nacho… El cuerpo del joven calló hacia
las llamas…
-No
volverás a decir una sola palabra… Llevando el cañón humeante hacia atrás…
-No…
¡No!... ¡Jefe!... Carol llevó el arma al frente para vengar la muerte de su
mayor, pero… ¡Banc!... Y su cuerpo calló hacia el mismo lugar que los otros
integrantes…
-¡Estás
loco! Carter enfureció. -¡Bladi!
-¿Qué?...
Respondió completamente disminuido Bladi.
-¿Cómo
pudiste? Continuó atacando Carter.
Antes
de que Carter presionara el gatillo de la USY, para acabar con la vida de
Bladi; la criatura se adelantó, atrapando el cuerpo del hombre con sus fauces…
Sus dientes se cerraron y el cuerpo de Bladi se cortó en dos… Quedando las
piernas sobre la piedra.
-¡No!...
El gatillo de la ametralladora fue presionado, y no lo soltó hasta que la carga
completa se disparó… Sin lograr nada…
-¿Cómo
puede ser? Cambiando la recarga. -¡Muere!...
Antes
de que permitiese escapar una segunda ráfaga, la serpiente espiral lo engulló
entero… Sin dejar un solo trozo fuera, ni siquiera una sola gota de sangre;
nada de él quedó.
Joseff,
el único sobreviviente; tampoco logró escapar al desafortunado final. Cuando la
bestia giró su cuerpo, lo aplastó… Moliendo hasta el último hueso del hombre…
Marcando así el final de cada uno de los cazadores involucrados.
…
07:00 AM
Con
los rallos del disco de fuego tocando la superficie terrestre, se mostraba el
caos dejado durante la noche. Cada uno de los votes atados a la orilla, ahora
solo eran trozos inservibles de madera, esparcidos por la extensión de la
playa.
Miguel,
el pescador que presenció el atrevimiento contra el espíritu marino, veía los
resultados de tal acto de violación, y le quedaba más claro que con el mar no
se debía jugar…
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