sábado, 14 de noviembre de 2015

La muerte se viste de blanco

La muerte se viste de blanco

Catalina se sentía tan feliz, tanto soñar con este día, y al fin había llegado. En dos horas contraería matrimonio con el hombre de su vida, Marcus Irarrázaval.
En cada sueño se veía de blanco, con su largo vestido de novia, tal cual como ahora.
Mientras se deslumbraba con su reflejo en el espejo, su madre hizo ingreso. Esta mujer de cuarenta primaveras, se sentía orgullosa de su pequeña, ya que con sus tan cortos veinte años, ya se atrevía a la vida de casada, y no como otras jóvenes de su edad, que preferían salir a fiestas y hacer cosas alocadas.
-Madre.
Catalina se aproximó, y cogiendo las manos maltratadas de la mujer, comenzó a girar en el centro de la habitación, demostrando ese gran júbilo que la inundaba.
-Pero mi niña, con tanto movimiento se va a desordenar.
Y la joven se detuvo.
-Lo siento mucho madre, pero es que me siento tan dichosa con todo esto. Decía Catalina, regresando al espejo. -Tanto que esperé este momento… Y lo veía tan lejano… Pero al fin llegó.
La mujer alcanzó una silla, y empujándola hasta donde estaba su hija, pasó a decir:
-Siéntate mi niña, voy a ordenarte ese pelo.
-Sí madre.
Catalina, había heredado el mismo cabello de su madre, ondulado de la raíz a las puntas, con un precioso color castaño oscuro, y al traerlo suelto, le caía libre por los hombros, sin un orden aparente.
Comenzó a deslizar el cepillo, pero al dirigir su mirada al cristal, se percató de que su niña sangraba…
-Catalina…
La sangre afloraba de su nariz, y sospechosamente Catalina no reaccionaba, y en el justo instante que su madre alcanzaba algo para detener el sangrado, Catalina se derrumbó…
-No… ¡Domitila! Exclamó la mujer, esperando que su ama de llaves viniese a darle ayuda.
Ingresó La ama de llaves, y al ver a la señora de rodillas junto a su hija, corrió a darle una mano. Levantaron a la joven del suelo, y tras recostarla en la cama… Descubrieron que ya no respiraba…
-No… No puede ser… ¡No respira!
-Señora, voy a llamar a la ambulancia. Indicó Domitila, corriendo al comedor, donde estaba el teléfono.
La madre se desplomó sobre su hija, llorando sin control alguno.
A los pocos minutos llegó la ambulancia, y los paramédicos sacaron a Catalina sin signos vitales.
La madre, antes de encaminar sus pasos a la clínica, dio aviso a Marcus, quien no podía creer lo que le decía.
...
El informe del médico no tenía lógica alguna, pues Catalina había muerto de forma natural, sin causa alguna. Nadie podía creer aquello, ya que la joven gozaba de buena salud, y no sufría de ningún tipo de enfermedad crónica o terminal.
La madre, que no pudo soportar todo esto, a los cinco días del entierro de su pequeña, amaneció colgada en su cuarto…
Y el novio, completamente consumido por la angustia de haber perdido a su amada, calló en la locura, acabando internado al año.

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