martes, 11 de diciembre de 2012

Aurora de las profundidades

En esta oportunidad quisiera confesar mi pasión por el hevy metal.
la siguiente historia esta basada en una canción de una de las bandas españolas que mas me gustan


Aurora de las profundidades

Desde tiempos remotos que el hombre se ha dado explicaciones de lo que no entiende con invenciones, que con el transcurso de los años se convierten en mitos y leyendas, estas son las sirenas. En Grecia se comienza con estas criaturas fantásticas, pero no con aquellos cuerpos que se muestran en los tiempos modernos, sino en vez de ser mitad mujer y pez, eran mitad ave y con apariencias monstruosas; con el paso del tiempo y tras ir en cultura en cultura, fueron cambiando sus formas hasta acabar con aquellas apariencias de belleza incomparable.
Esta historia tiene como base uno de los mitos que ha dado percusión hasta la actualidad, el misterio de las sirenas…
El ejemplo más actualizado de todo esto planteado, es la sirena chilota del sur de chile, que como las sirenas de la antigüedad mantiene su cuerpo de mitad mujer y pez.
Criptozoologos y amantes de lo parapsicológico basándose en conocimientos históricos aun piensan que hay una posibilidad de que estas bellezas marinas existan, pero ese no es tema a discutir, puesto que va en el tipo de pensamiento que cada quien tenga y todo se respeta. El asunto de ahora es que Al otro lado compuso un tema que habla de esto.

Historia inspirada en la letra de la canción “Misteriosa Melodía”, de la banda española “Al Otro lado”


Esta historia tiene su comienzo en los campos de batalla; allí donde los hombres a pesar de su valor, sin importar quienes sean e incluso sin importar sus familias, caen ante el acero… Aquí, con este contexto parte todo.

Aurora de las profundidades

Al acabar la guerra, los hombres mueren por estar con sus mujeres y es aquí donde enfrentan el más grande de los retos. Lázaro, un guerrero que ha participado de continuas guerras; ahora junto a cuatro aliados, intentan regresar a la isla Circón. Debían cruzar un largo tramo por el infinito mar.
Cuando zarparon rumbo a su deseado descanso el mar parecía sereno, o eso al menos quería que pensaran, pues al caer la noche y tras un fuego fatuo, enfureció repentinamente y de un minuto a otro; como si hubiese estado esperando que la embarcación los alejara de la orilla. Se trataba de un rugiente vendaval que cesó rápido, pero que se llevó a los cuatro hombres, dejando a Lázaro a la deriva…

Al amanecer las pruebas de la bestialidad del mar quedaron visibles; la embarcación había sido casi por completo destruida, verdaderamente con mucha fortuna aun la base de la nave se mantenía flotando. El cuerpo de Lázaro ahora yacía dentro de la barcaza entre maderos destrozados; sus largos cabellos negros estaban desparramados en el piso, ya que su yelmo había desaparecido con la tormenta; fuera de la protección de su cabeza, también se habían esfumado la espada y el escudo; ahora si corría gran peligro, pues era un hombre a la deriva y desprotegido.
Cuando al fin recuperó la conciencia, apoyó sus manos firmes y se comenzó a levantar. Se quitó los guanteletes para limpiar su rostro porque la noche caótica le dejó la nariz rota y su vello facial estaba empapado con sangre. Un poco más repuesto, comenzó a examinar el paisaje que se presentaba ante sus ojos… Agua al frente, a la izquierda y a la derecha, estaba rodeado por esta. Pensó que no volvería a ver nunca más tierra firme y se fue girando lentamente, a su espalda vio algo realmente asombroso… Sobre una roca observaba una mujer; permanecía mirándolo fijamente con un par de ojos verde agua, cargando su mirada sobre los hombros cansados del caballero. Esta cálida mirada y su cuerpo femenino desnudo, lo tenía atrapado. Su brillante cabello dorado bajaba por sus blancos  hombros hasta acabar reposando entre sus redondos senos; entre sus manos sostenía un largo peine dorado que lo apoyaba sobre sus piernas entrecruzadas, en pocas palabras realmente se trataba de una joya marina y allí estaba sentada sobre aquella roca que afloraba a la superficie de lo más profundo del océano.
__Ven con migo, se que estás cansado, pero junto a mi tendrás amor y riquezas, todo lo que un hombre podría desear. Dijo ella con una voz tan dulce que cautivó de tal manera el corazón de piedra de Lázaro, que remó con sus propias manos desnudas hasta donde ella estaba, lo tenía hipnotizado. Cuando llegó hasta la roca, saltó de su nave, quedando junto a la mujer; aquel valiente guerrero había sido atrapado con una red de seducción oscura, para tenerlo a su merced, bajo un verdadero trance. Esta alma marina atrapó a Lázaro entre sus brazos y con una voz mucho más encantadora comenzó a cantar a su oído, entrando directo en su cabeza. Sin lograr resistirse a ese cautivante cuerpo, las manos de él se deslizaron por aquella piel ardiente y suave.
Del canto no logró entender una sola palabra, pero la misteriosa melodía al igual que el veneno de una serpiente, esta música entraba hasta por sus poros, cegando todos sus sentidos.
__¿Quién eres?
__Soy una sirena y mi nombre es Aurora.
__¿Una sirena?
__Así es, una hermosa sirena.
__Pero… ¿Y tu cola de pez? Tocando la espalda baja, las nalgas y los muslos de ella con sus dos manos.
__Si tuviese mi cola de pez no podrías disfrutar de mi cuerpo en su totalidad.
__Yo tenía entendido que las sirenas son mitad pez.
__Ya la verás; ahora bajemos a las profundidades y hay comenzará tu paraíso.
Al momento en que Lázaro se giró para seguir a Aurora, recordó que él era humano y se podía ahogar.
__Si bajo contigo, moriré.
__Confía en mí. Abrazándolo por la cintura.
Completamente envuelto y  consumido por ella, Lázaro se arrojó al mar con Aurora apegada a su espalda; Y al guerrero no le ocurrió nada, bajando a compartir su vida con ella, sin pensar que se tendría que olvidar de su familia, en especial de su mujer y su hijo.

Aquí en esta tierra en este mágico lugar
No hace mucho que un guerrero vino para descansar
Traía con sigo mil heridas por curar
Y el fragor de una batalla que tenía que olvidar

Aquí una sirena le ofreció el agua del mar
Sus miradas sus caricias y una falsa libertad
Cantó en sus oídos con su voz angelical
Una música divina hecha para hipnotizar

Y el hombre agotado de vivir en soledad
De su pesadilla ya no pudo despertar

Misteriosa melodía, escucharla fue su error
Afilada y dura espina, se clavó como un arpón
Dolorosa medicina, fue su beso de escorpión
Silenciosa guillotina, que partió su corazón

Pasaron diez días y el estar con ella fue un verdadero paraíso, cariño y riquezas, Lázaro lo tenía todo, tal cual como se lo había dicho antes de bajar a las profundidades del mar. Aquí en este lugar vivían en un santuario marino edificado sobre una gran roca plana y forjado con conchas de moluscos. El caballero realmente se sentía a gusto y toda su familia ya no estaba dentro de sus pensamientos, estos solo eran de Aurora, esta sirena ocupaba toda su atención y quería morir allí, pero… De un día para otro todo cambió.
Una mañana Aurora salió a la superficie y sin despedirse con un cariñoso beso, sino solo con un triste y frio adiós.
El apagado corazón de Lázaro la esperó durante todo el día allí en aquel santuario, pero no volvió…

Transcurrieron varios días y la mente de este hombre recuperó su rumbo anterior, antes de que la tormenta destruyera su nave y consigo se llevase la vida de los cuatro hombres que lo acompañaban. Ahora, ya era muy tarde, pues estaba en lo más profundo del océano y Aurora lo dejó reposar en el olvido.

Al décimo día de soledad, Lázaro sentía que deseaba volver a la superficie y trató de encontrar una salida, sin logro alguno; cada habitación daba hacia otra, no parecía que aquel templo tuviese un principio o fin.
Cuando ese día iba a terminar, la mujer regresó, y seguía siendo aquella Aurora de la partida, tan dura y fría; lo que acabó por despedazar el corazón del guerrero en mil pedazos era que aquella joya marina venía acompañada de otro marino errante, que de seguro había cautivado en la superficie.

Perdido en la niebla encerrado en un arcón
Como un juguete viejo que ya no da diversión
Lo que antes veía como un reto de pasión
Terminó con sus deseos convertidos en dolor

Las mil ilusiones que se echaron a perder
Mordieron su alma hasta hacerlo enloquecer

Misteriosa melodía, escucharla fue su error
Afilada y dura espina, se clavó como un arpón
Dolorosa medicina, fue su beso de escorpión
Silenciosa guillotina, que partió su corazón

Atrapado por su dulce hechizo oscuro, el caballero dejó atrás el amor de su mujer y de su adorado hijo ¿y para qué? Para terminar así, olvidado por otro prisionero de aquel seductor cuerpo femenino.

Cuando llegó la madrugada del día número treinta, la mente de Lázaro se enfrió y usaría cualquier medio para salir de allí; de seguro que si hubiese tenido su espada en aquel momento, de un solo corte ya la hubiese decapitado. Aquellas tinieblas que mantuvieron a su corazón cegado, al fin se habían logrado disipar y el rostro de su esposa afloró, para alojarse definitivamente en su pecho.
Estaba consciente que como todos los días la vería aunque fuese una vez, la esperó para obtener su libertad, y por su falta de armas, no le quedaba otra opción más que usar sus propias manos.
Al momento de que sus fríos ojos la divisaron, se dejó caer sobre ella con sus manos dirigidas a su delicado cuello; ya cuando sus dedos la atraparon y no le dejaron usar su canto, ya que no la dejaba respirar; se la quedó mirando directo a sus ojos verdes.
__Quiero mi libertad, llévame a la superficie de vuelta.
Aurora no lograba articular palabra alguna y con todo el cuerpo del hombre sobre ella, tenía sus movimientos bloqueados.
__¡Llévame! Quiero salir de aquí y volver a mi isla… Circón, junto a mi familia.
Sus delicados dedos femeninos se retorcieron, pues la falta de aire se estaba manifestando, y no solo ahí, ya que también el blanco color de su precioso rostro se tornaba morado, indicio de que le quedaba poco.
__No quiero matarte, pero si no me sacas de este lugar lo aré.
Desde atrás se oyeron unos veloces pasos aproximarse, Lázaro se giró rápidamente y se percató de que se trataba del marinero que había bajado con ella la ultima vez; en su mano derecha portaba una espada, y al verlo tan encima, soltó a la sirena y se arrojó sobre él, estrellándolo con su propio cuerpo de frente para derribarlo; ya cuando lo tuvo reducido le arrebató el arma y le cercenó el cuello, sin compasión alguna. Seguido de esto volvió donde Aurora que se recuperaba lentamente de su ataque anterior; mucho antes de que se pudiese colocar de pie, Lázaro le dejó la punta de su arma dirigida hacia la garganta.
__Todo acabó, llévame fuera de aquí.
__Así es, todo acabó. Sentándose. __Nunca mi intención ha sido la de estar con un solo hombre y constantemente los estoy cambiando; por ejemplo, aquel que acabas de acecinar era mi nueva compañía… Te dejaré ir, voy a sacarte de aquí y serás un hombre libre nuevamente.
Cuando sus oídos escucharon eso, Lázaro soltó la espada, cayendo esta con estruendo; por fin tendría el placer de tener a su mujer entre sus brazos y de poder ver crecer a su hijo que tanto lo admiraba por su valor y valentía.

Atrapado por su hechizo, olvidó su dirección
Acechaba en su mente, lo que antes era amor

Y así una mañana vio brillar su libertad
Afinó su fiel guitarra para hacerla despertar
Buscó entre las cuerdas una nota original
Que rompiera aquel embrujo de mentira y falsedad
Y mientras tocaba se empezó a desvanecer
La bruma que hacía imposible amanecer

Misteriosa melodía, escucharla fue su error
Afilada y dura espina, se clavó como un arpón
Dolorosa medicina, fue su beso de escorpión
Silenciosa guillotina, que partió su corazón

En la superficie, se adueñó de un bote abandonado y lo usó para marchar en dirección de su tierra, la isla Circón; el único lugar del mundo al cual él ansiaba volver una y otra vez, tras cada batalla librada, algo así como la paga, pero no en monedas de plata, sino en algo mucho más valioso que eso, el amor de su mujer y su hijo; aquello que momentáneamente había sido arrebatado de los fuertes muros de su corazón, pero que ahora había logrado recuperar. 

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