lunes, 3 de diciembre de 2012

El bebedero para las aves

Una corta fabula infantil.
Solo un escrito como superación.


El bebedero para las aves

Riqui era un gorrión cualquiera, que tenía sueños y aspiraciones que no se asemejaban a otras aves. Desde que rompió el cascarón siempre deseaba poder ir más arriba, pero nunca mirando en menos a sus hermanos, ya que solo anhelaba dar un mejor vivir a cada una de las aves del bosque.
Un año, en el que las lluvias se atrasaron más de la cuenta, los árboles estaban muriendo lentamente y cada fuente de agua se comenzaba a secar; en pocas palabras, cada criatura viviente de la zona estaba obligada a cooperar para poder obtener recursos y continuar sobreviviendo.
Mientras que algunos animales cavaban profundos pozos para poder sacar agua de las entrañas de la tierra, Riqui reunía piedrecitas y mezclándolas con lodo inició la construcción de un inmenso bebedero para que el agua se reuniera allí, y así, cuando las lluvias se atrasaran, no sufrieran nuevamente aquel infierno de sequedad. Para su mala suerte, nadie le creía, por lo tanto el trabajo lo debía hacer solo, soportar el duro calor y trasladar una a una las piedras.
Cuando el medio día se acercaba, llegó hasta su lado Rojo, un joven aguilucho. Agitando sus pequeñas alas, Rojo se posó sobre una rama cercana y le dijo:
-Riqui, me imagino que el poderoso calor del disco de fuego, mesclado con la persistente necesidad de agua, te tiene que mantener muy mal; vamos acompáñame, para que puedas beber del río, aun queda para todos.
Riqui, consciente de lo que tenía que hacer, alzó su mirada hasta la rama y le respondió:
-No, quizás en un rato más, pero ahora tengo que preocuparme de levantar este bebedero. A lo mejor estoy pensando muy anticipadamente, pero no quiero que volvamos a sufrir de la necesidad de las lluvias.
-Pero Riqui... Insistió Rojo. -Si sigues así morirás.
-No importa. Respondió con firmeza Riqui. -Algún día entenderán porqué estoy haciendo esto.
Sintiendo que el pequeño solo era un terco, Rojo remontó vuelo, abandonándolo a su suerte.
Al otro día, Riqui seguía con su labor y hasta su lado llegó Kho, el zorro. Kho caminó hasta una distancia prudente y se sentó a verlo trabajar, luego que estuvo cómodo le dijo:
-Riqui, el día de ayer no bebiste una sola gota, solamente trasladaste agua para hacer más lodo, si sigues así morirás.
Riqui se detuvo y dirigiendo sus ojos hasta donde estaba el zorro le dijo:
-Me basta con el agua que obtengo de los frutos que picoteo, no puedo desperdiciar ni una sola gota del río, ya que las necesito para volver mucho más sólido el bebedero.
Sintiendo que la avecilla se alentaba con sueños tontos, Kho se marchó corriendo del lugar, internándose y perdiéndose entre los matorrales que se secaban poco a poco.
Al otro día, Riqui seguía trabajando con mucho esfuerzo y el río comenzaba a mostrar su estado crítico, puesto que ahora sus aguas solo eran un reducido charco, que no duraría más allá de una semana.
Con el temor de que el pequeño gorrioncillo pereciera en los brazos calientes del sol, llegó hasta su lado Nhi, una elegante cabra. Cuando Nhi se sentó a ver como el pequeño trabajaba, dio un profundo suspiro y dijo:
-Riqui, queda muy poca agua en el río y en cualquier minuto se va a esfumar, deberías ir a beber.
Con las palabras impregnadas de preocupación, Riqui se detuvo para responder:
-Si quieres ayudarme de verdad, anda y dile a todos que me vengan a dar una mano, ya que lo que estoy haciendo es algo que nos beneficiará a todos.
Nhi torció la cabeza hacia su costado derecho, luego preguntó:
-¿Qué quieres hacer?
-Levantar un bebedero, en el cual se juntará mucha agua de lluvia, que podremos usar para sobrevivir cuando el río se seque. Respondió Riqui regresando a su labor.
Intentando creer en las palabras del pequeño gorrión, Nhi se fue hacia el río. Una vez en la orilla, le dijo a todos lo que quería hacer Riqui, pero los animales que la escuchaban con mucha atención, rompieron en una carcajada al unísono...
Al día siguiente, el río estaba mucho más seco y junto a Riqui un grupo reducido de gorriones lo estaban ayudando a levantar el bebedero; además, Nhi y otros conocidos de ella, igualmente estaban prestando su ayuda.
Antes de que callera la noche, el bebedero ya estaba terminado; solo faltaba que comenzara a llover.
Cuando amaneció una vez más y el cielo gris se rompió en aguacero, todos los animales estaban muy contentos, puesto que al fin tendrían agua para saciarse.
Dentro de una cueva, en donde se protegía Riqui y sus ayudantes, Nhi encontró un trozo de madera en donde aparecía dibujado el bebedero, de seguro que Riqui lo había hecho con sus garras. El gorrión que logró divisar que Nhi había encontrado su modelo, agitando sus alas se posó sobre el lomo de la cabra y dijo:
-Al igual que ese bebedero, tengo muchos proyectos más para que todos los animales tengan un mejor vivir.
Nhi cerró sus ojos y dejó escapar un suspiro...
Cuando aquellas serpientes de distintos colores, se alzaron sobre las alturas, formando una especie de arco anunciando que las lluvias ya se habían marchado, todos los animales salieron de sus escondites y fueron a disfrutar de la humedad que tanto esperaban. El río no se logró llenar con agua, pero al menos la poca que tenía les serviría para mantenerse durante unos pocos días más.
Pasaron cuatro días y volvieron a los mismos aprietos, entonces fueron a dar un vistazo al bebedero de Riqui y se dieron cuenta de que aquella construcción de lodo y piedrecitas contenía tanta agua como para mantener a todos los animales abastecidos. Entonces se dieron cuenta de que Riqui tenía razón, y para poder recompensarlo por todo el trabajo realizado, lo dejaron encargado de todos los proyectos destinados al bosque, siendo apoyado por todos los animales constructores, o sea los castores. Gracias a esto y todas las ideas de Riqui, en el bosque nunca más un animal sufrió de sed.

Moraleja: Todo esfuerzo tiene una gran recompensa.

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